miércoles, 27 de diciembre de 2017

Paco De Asís Granados Mellado

CHAT
Martín era un joven alegre y divertido, muy amigo de sus amigos. Era conocido por sus gustos hacia los fenómenos paranormales y casos extraordinarios. Él creía en toda esas cosas. Al salir del instituto se dirigió a su casa. Al entrar saludó a sus padres y se subió a su cuarto. Otra de las aficiones que tenía era chatear y con ello conocer gente nueva. Él sabía de sobra que no todos los que entraban a chatear contaban la verdad sobre ellos. Había gente que se inventaba una vida diferente a la que en realidad tenían, pero eso a él no le importaba mucho, ya que no solía quedar con nadie fuera del chat.

Entró a su habitual sala de chat. En la sala la mayoría de personas eran de su edad. Muchos de ellos eran compañeros de instituto. Estaban hablando del último partido de futbol que habían jugado sus diferentes equipos. A Martín no le interesaba el tema, ya que el deporte no era una de sus mejores aficiones. Abrió otra ventana e hizo click en una página de misterio.

 Mientras se entretenía leyendo saltó un aviso de mensaje privado. Provenía del chat. Se dispuso a mirar para ver de quién se trataba. Al mirar de donde provenía el mensaje vio que no le era familiar aquel Nick. El usuario tenía por nombre  “te veo”. Martín soltó una carcajada, pues le pareció un Nick un tanto curioso. Comenzó a entablar una conversación con aquella persona.

- “Hola Martín” - TV
- “hola, ¿Quién eres? ¿De qué te conozco?” - M
- “Yo a ti si, pero tú a mí no” - TV
- “¿Eres de aquí? - M
- “No Martín, yo vivo a mil kilómetros de ti” - TV
- “¡Mil kilómetros! ¿Y tú me conoces a mí?” - M
-  “No, en persona no. Pero te puedo ver” - TV
-  “¿Cómo es que me puedes ver? No tengo la Cámara conectada” - M
-  “Te puedo ver sin necesidad de tener la cámara conectada, pues soy vidente.     Es decir, que te puedo ver desde mí casa” - TV

Martín se echó a reír y pensó que podría ser algún amigo suyo gastándole una broma.

- “A ver… Dime ¿Qué estoy haciendo ahora?” - M
- “Pues estás sentado en una silla roja. Mientras chateas conmigo en otra ventana tienes una página de misterio abierta” - TV 
  
Martín no tenía duda. Estaba totalmente convencido de que estaba siendo víctima de una broma. Sus amigos eran conocedores de aquella silla roja y que por supuesto era un aficionado a los temas de misterio en la red.

- “¡Venga ya! Dime ¿Quién eres?” - M
- “Soy Belinda” - TV 
- “¡Belinda! ¿Qué Belinda?” - M
- “Te dije que tú no me conoces de nada. Ábre la puerta, te espero” - TV
-  “¡Mí puerta! Si no hay nadie,  y no han tocado en ella” - M

Martín reía nervioso. De pronto escuchó tres toques en la puerta. Era su madre que le traía la merienda. Se quedó sorprendido, pero pensó que pudo ser una simple casualidad.

- “¿Qué te subió tú madre, la merienda?” - TV
- “Pero… ¿Cómo sabías que mí madre iba a venir?” - M
-  “Te dije que podía verte ¿Sigues sin creerme?” - TV
- “Pues no, no te creo. Pienso que es una casualidad” - M
- “¡Casualidad! Entonces como sé que tienes una foto tuya en la mesa del ordenador en la que sales retratado en el zoo con tus padres…” - TV

Martín comenzó a mosquearse, pues esa foto la había puesto por la mañana y ninguno de sus amigos y ni siquiera sus padres sabían nada.

- “Martin, no te asustes. Estoy sintiendo que hay una presencia en tú casa” - TV
- “¡Una presencia! ¿Qué presencia?” - M
- “Veo como unas sombras están vigilándote” - TV
-  “Si lo que quieres es asustarme lo estás consiguiendo” - M
- “No amigo no te quiero asustar, solo avisarte” - TV
- “Gracias por la intención, pero estoy asustado” - M 
- “No fue mi intención, no te asustes. Solo conseguirás que se hagan más  fuertes” - TV

Martín estaba viendo que la conversación se estaba alargando demasiado. Cada vez estaba más asustado. Decidió apagar el ordenador y echarse un rato en la cama a leer. Pasados unos minutos escuchó un chasquido. El ordenador acababa de encenderse solo y en la pantalla aparecía el chat. Martín se puso muy nervioso. Al ir a mirar el chat vio que tenía más de veinte mensajes de Belinda (TE VEO) diciéndole que ya no tuviera miedo, que las sombras ya no las iba a ver en su casa. Las sombras ahora se encontraban con ella. Había un último mensaje, en el se podía leer. 

-      “¡No, no! Por favor dejadme. Noooooo”

Martin contestó a aquellos mensajes, pero no obtuvo respuesta. Pensó que Belinda ya se había desconectado y se fue a la cama. Pasados diez minutos Martín comenzó a sentir mucho frio. Tenía una sensación extraña, notaba como si alguien estuviera con él en ese momento. Tenía miedo, un miedo que nunca había sentido. Quería irse de su cuarto, pero las piernas le fallaban debido al frio y al terror que sentía. Cada vez notaba con más fuerza aquella presencia. Notó como le acariciaban el pelo y a su vez una voz que le susurraba.

-      “No tengas miedo Martín”

A Martín aquel susurro le puso aún más nervioso. De su boca salía vaho debido al frío, que cada vez era más intenso en aquel cuarto. La cortina comenzó a moverse de un lado para otro. Martín estaba al borde de una crisis nerviosa.  Entonces notó como una mano fría tocaba su hombro para tranquilizarlo. De pronto apareció una joven sentada a su lado. Sus rasgos eran de una persona de país sudamericano. Su pelo era negro como el carbón; unos grandes ojos verdes y con una voz dulce y tranquilizadora. En ese instante se acercó a él para decirle.

-        “Martín, no temas. Conseguí que las sombras se marcharan de tú casa. Yo  pagué un precio muy alto por ello. Soy Belinda y aquellas sombras me castigaron por salvarte a ti. Lo he pagado con mi muerte. Siempre estaré aquí para ayudarte. Recuerda esto: cree siempre en lo que no ves, porque puede hacerse realidad”


En ese momento desapareció ante la presencia de Martín.

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