CHAT
Martín era un joven alegre y
divertido, muy amigo de sus amigos. Era conocido por sus gustos hacia los
fenómenos paranormales y casos extraordinarios. Él creía en toda esas cosas. Al
salir del instituto se dirigió a su casa. Al entrar saludó a sus padres y se
subió a su cuarto. Otra de las aficiones que tenía era chatear y con ello
conocer gente nueva. Él sabía de sobra que no todos los que entraban a chatear
contaban la verdad sobre ellos. Había gente que se inventaba una vida diferente
a la que en realidad tenían, pero eso a él no le importaba mucho, ya que no
solía quedar con nadie fuera del chat.
Entró a su habitual sala de
chat. En la sala la mayoría de personas eran de su edad. Muchos de ellos eran
compañeros de instituto. Estaban hablando del último partido de futbol que
habían jugado sus diferentes equipos. A Martín no le interesaba el tema, ya que
el deporte no era una de sus mejores aficiones. Abrió otra ventana e hizo click
en una página de misterio.
Mientras se entretenía
leyendo saltó un aviso de mensaje privado. Provenía del chat. Se dispuso a
mirar para ver de quién se trataba. Al mirar de donde provenía el mensaje vio
que no le era familiar aquel Nick. El usuario tenía por nombre “te veo”.
Martín soltó una carcajada, pues le pareció un Nick un tanto curioso. Comenzó a
entablar una conversación con aquella persona.
- “Hola Martín” - TV
- “hola, ¿Quién eres? ¿De
qué te conozco?” - M
- “Yo a ti si, pero tú a mí
no” - TV
- “¿Eres de aquí? - M
- “No Martín, yo vivo a mil
kilómetros de ti” - TV
- “¡Mil kilómetros! ¿Y tú me
conoces a mí?” - M
- “No, en persona no.
Pero te puedo ver” - TV
- “¿Cómo es que me
puedes ver? No tengo la Cámara
conectada” - M
- “Te puedo ver sin
necesidad de tener la cámara conectada, pues soy vidente. Es
decir, que te puedo ver desde mí casa” - TV
Martín se echó a reír y
pensó que podría ser algún amigo suyo gastándole una broma.
- “A ver… Dime ¿Qué estoy
haciendo ahora?” - M
- “Pues estás sentado en una
silla roja. Mientras chateas conmigo en otra ventana tienes una página de
misterio abierta” - TV
Martín no tenía duda. Estaba
totalmente convencido de que estaba siendo víctima de una broma. Sus amigos
eran conocedores de aquella silla roja y que por supuesto era un aficionado a
los temas de misterio en la red.
- “¡Venga ya! Dime ¿Quién
eres?” - M
- “Soy Belinda” - TV
- “¡Belinda! ¿Qué Belinda?”
- M
- “Te dije que tú no me
conoces de nada. Ábre la puerta, te espero” - TV
- “¡Mí puerta! Si no
hay nadie, y no han tocado en ella” - M
Martín reía nervioso. De
pronto escuchó tres toques en la puerta. Era su madre que le traía la merienda.
Se quedó sorprendido, pero pensó que pudo ser una simple casualidad.
- “¿Qué te subió tú madre,
la merienda?” - TV
- “Pero… ¿Cómo sabías que mí
madre iba a venir?” - M
- “Te dije que podía
verte ¿Sigues sin creerme?” - TV
- “Pues no, no te creo.
Pienso que es una casualidad” - M
- “¡Casualidad! Entonces
como sé que tienes una foto tuya en la mesa del ordenador en la que sales
retratado en el zoo con tus padres…” - TV
Martín comenzó a mosquearse,
pues esa foto la había puesto por la mañana y ninguno de sus amigos y ni
siquiera sus padres sabían nada.
- “Martin, no te asustes.
Estoy sintiendo que hay una presencia en tú casa” - TV
- “¡Una presencia! ¿Qué
presencia?” - M
- “Veo como unas sombras
están vigilándote” - TV
- “Si lo que quieres
es asustarme lo estás consiguiendo” - M
- “No amigo no te quiero
asustar, solo avisarte” - TV
- “Gracias por la intención,
pero estoy asustado” - M
- “No fue mi intención, no
te asustes. Solo conseguirás que se hagan más fuertes” - TV
Martín estaba viendo que la
conversación se estaba alargando demasiado. Cada vez estaba más asustado.
Decidió apagar el ordenador y echarse un rato en la cama a leer. Pasados unos
minutos escuchó un chasquido. El ordenador acababa de encenderse solo y en la
pantalla aparecía el chat. Martín se puso muy nervioso. Al ir a mirar el chat
vio que tenía más de veinte mensajes de Belinda (TE VEO) diciéndole que ya no
tuviera miedo, que las sombras ya no las iba a ver en su casa. Las sombras
ahora se encontraban con ella. Había un último mensaje, en el se podía leer.
- “¡No,
no! Por favor dejadme. Noooooo”
Martin contestó a aquellos
mensajes, pero no obtuvo respuesta. Pensó que Belinda ya se había desconectado
y se fue a la cama. Pasados diez minutos Martín comenzó a sentir mucho frio.
Tenía una sensación extraña, notaba como si alguien estuviera con él en ese
momento. Tenía miedo, un miedo que nunca había sentido. Quería irse de su
cuarto, pero las piernas le fallaban debido al frio y al terror que sentía.
Cada vez notaba con más fuerza aquella presencia. Notó como le acariciaban el
pelo y a su vez una voz que le susurraba.
- “No
tengas miedo Martín”
A Martín aquel susurro le
puso aún más nervioso. De su boca salía vaho debido al frío, que cada vez era
más intenso en aquel cuarto. La cortina comenzó a moverse de un lado para otro.
Martín estaba al borde de una crisis nerviosa. Entonces notó como una
mano fría tocaba su hombro para tranquilizarlo. De pronto apareció una joven
sentada a su lado. Sus rasgos eran de una persona de país sudamericano. Su pelo
era negro como el carbón; unos grandes ojos verdes y con una voz dulce y
tranquilizadora. En ese instante se acercó a él para decirle.
-
“Martín, no temas. Conseguí que las sombras se marcharan de tú casa. Yo
pagué un precio muy alto por ello. Soy Belinda y aquellas sombras me castigaron
por salvarte a ti. Lo he pagado con mi muerte. Siempre estaré aquí para
ayudarte. Recuerda esto: cree siempre en lo que no ves, porque puede hacerse
realidad”
En ese momento desapareció
ante la presencia de Martín.
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