Pintura Rafal Olbinski
Coccix
Las lágrimas caen silenciosas
como lluvia en el mar.
Llorabas bajo la ventisca,
desnudo, sumergido hasta el
costado
en el océano.
La playa del Cócito
era grís,
el mar una inmensa botella de
vidrio verde
bajo las nubes azules.
La tempestad que sentías
adentro
era la tempestad que estaba
afuera.
Allá me recogiste,
yo
sirena disuelta en la sal,
tú
estatua de héroe de carne.
Me agarré a ti como a una
cuerda que me pusiera a salvo.
Tú me abrazaste como un
suicida se aferra al lastre
que lo hace hundir.
Me amabas,
y yo te pedí que me mutilaras
la cola
con el puñal de Teseo:
gotas de jarabe azul
salieron de la herida.
La libertad, para mi, era
terrestre.
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