domingo, 26 de noviembre de 2017

Marita Rodríguez-Cazaux

 


DESIERTO DE LUZ EN LA ESCALERA
A ciegas, alas ateridas serpentean
el bronce que en caracol asciende.
Hierros de soledad agobian
en la penumbra.
Tantea el pie la sombra del abismo
y contra la pared, la espalda,
es un cuenco de sal.




Ayer,
cubierto de alborada
en elástico malabarismo
el arco perfecto de los pies
una convexa caricia prometía.




Ayer,
todo mi cuerpo era,
un destino de luz irreverente
que trepaba
de dos en dos, la vida.









GESTO
Has olvidado llevarte el ademán
más frecuentado. Esa particular manera
que tenías de pasar sobre la frente la mano,
ladeada la cabeza, la mirada más allá del escenario.




Me ha parecido siempre que intentabas
barrer de tu recuerdo algún espanto.
Una pena silente. Un sentimiento huérfano.




Hoy, trato de encontrar el mismo gesto.
Aquella misma expresión de lejanía,
misterio que cierra el pensamiento.




Quizá,
en este batallar exista el milagro
de volver a encontrarte y pueda,
Evocación amada –
estirar el brazo, aproximar el pecho
y retenerte.



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