DESIERTO
DE LUZ EN LA ESCALERA
A
ciegas, alas ateridas serpentean
el
bronce que en caracol asciende.
Hierros
de soledad agobian
en
la penumbra.
Tantea
el pie la sombra del abismo
y
contra la pared, la espalda,
es
un cuenco de sal.
Ayer,
cubierto
de alborada
en
elástico malabarismo
el
arco perfecto de los pies
una
convexa caricia prometía.
Ayer,
todo
mi cuerpo era,
un
destino de luz irreverente
que
trepaba
de
dos en dos, la vida.
GESTO
Has
olvidado llevarte el ademán
más
frecuentado. Esa particular manera
que
tenías de pasar sobre la frente la mano,
ladeada
la cabeza, la mirada más allá del escenario.
Me
ha parecido siempre que intentabas
barrer
de tu recuerdo algún espanto.
Una
pena silente. Un sentimiento huérfano.
Hoy,
trato de encontrar el mismo gesto.
Aquella
misma expresión de lejanía,
misterio
que cierra el pensamiento.
Quizá,
en
este batallar exista el milagro
de
volver a encontrarte y pueda,
–
Evocación
amada –
estirar
el brazo, aproximar el pecho
y
retenerte.
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