AYUDADNOS
Noches
atrás Natalia había estado escuchando unos ruidos un tanto extraños
que no sabía exactamente de donde procedían. Del mismo susto no se
atrevía a levantarse para ver qué o quién podía ser. Tenía un
miedo atroz a la noche y a la oscuridad, ni siquiera era capaz de
llamar a sus compañeros de piso para ver si ellos escuchaban algo.
Acababa
de amanecer y sus compañeros de piso y ella se encontraban
desayunando. Se dirigió a ellos para preguntarles si alguno de ellos
había escuchado algún ruido esa noche. Al parecer ninguno de ellos
había escuchado nada. Marta que dormía junto a ella. Julián y
Oscar dormían en la habitación de al lado.
Natalia
y Marta salieron de su piso camino al colegio donde trabajaban. La
tarde transcurría igual que cualquier otra. Natalia entró en una
clase y vio a una niña sentada en su pupitre. Se acercó para
preguntarle que hacía allí, ya que las clases habían terminado.
Natalia y Marta eran las únicas que allí se encontraban, pues eran
las encargadas de la limpieza del colegio.
-
“¿Qué haces aquí, estás castigada?”
- “¡No, ayudadnos!”
- “¡No, ayudadnos!”
En
ese mismo instante entró Marta a la clase.
-
“Natalia, ¿con quién estás hablando?”
- “Con ésta niña ¿no las ves?”
- “Si no hay nadie”
- “Con ésta niña ¿no las ves?”
- “Si no hay nadie”
Natalia
se giró hacia donde estaba la niña y en efecto allí no se
encontraba nadie.
-
“Te juro que ahí había una niña, te lo juro”
contestó Natalia excesivamente nerviosa.
contestó Natalia excesivamente nerviosa.
-
“Tranquila Natalia, se habrá ido corriendo no te pongas así”
Llegaron
a casa y allí se encontraban sus otros compañeros. Natalia les
contó lo que había pasado con aquella niña. Los dos bromearon
sobre ello Comentaban entre ellos que seguro que aquello era un
espíritu que venía a por ella. Natalia se marchó enfadada a su
habitación. Marta se fue al poco tiempo.
-
“Natalia, no te enfades, solo fue una broma”
- “No me gustan esas bromas. Ellos saben del miedo que me produce todo esto”
- “No me gustan esas bromas. Ellos saben del miedo que me produce todo esto”
Eran
las tres de la madrugada cuando de repente Natalia comenzó a sentir
un frío profundo que la despertó. Se encontraba destapada. Cuando
se levantó para volver a taparse vio que a los pies de la cama se
encontraba la silueta de un niño. Rápidamente y llena de terror
encendió la lamparita que tenía en la mesita de noche, y de repente
una voz…
-
“Ayudadnos”
Natalia
gritaba desesperadamente. Marta se asustó al escuchar aquellos
gritos y saltó de la cama. Al momento Julián y Oscar salieron
corriendo hacia su habitación para ver que ocurría. Natalia se
encontraba temblorosa y muy nerviosa.
-
“Estaba ahí al lado de mí cama, estaba ahí”
- “¿A quién te refieres?”
- “No sé, había un niño pidiendo ayuda”
- “¿A quién te refieres?”
- “No sé, había un niño pidiendo ayuda”
Sus
amigos creyeron que se trataba de una burla hacia ellos por aquella
broma que le hicieron.
-
“¡Anda ya! Venga buenas noches”
Cuando
se disponían a volver a su habitación la puerta del cuarto de
Natalia se cerró sola delante de ellos. Comenzaron a escuchar gritos
y pasos… El frío en la habitación era cada vez más intenso.
Ahora eran los cuatro los que tenían miedo. Podían escuchar
claramente unas voces de niños que decían…
-
“Ayudadnos, ayudadnos”
El
pánico se apoderó de todos. La noche la pasaron los cuatro juntos,
sin querer moverse de allí. A la mañana siguiente todavía con el
miedo en el cuerpo decidieron ir a hablar con el dueño de la casa,
para ver si él alguna vez había sentido algo. Cristóbal, que así
se llamaba el dueño les comentó extrañado…
-“No,
aquí normalmente solo se escucha los sonidos típicos de un edificio
antiguo; el crujir de la madera y esas cosas, pero voces nunca”
Cristobal
les comentó que podría tener sentido las voces de aquellos niños,
ya que antiguamente el edificio era un orfanato y solían enterrar
allí a los niños que fallecían.
Aquellas
palabras les asustaron más y se marcharon de nuevo a su piso. No
tenían más remedio que volver, pues no tenían a dónde ir.
Aquella noche decidieron dormir todos en la misma habitación por si ocurría algo y estar así los cuatro juntos. Una vez más a las tres de la mañana empezaron a sentir frío, mucho frio… Veían sombras por todos lados. Entonces Julián se armó de valor y se dirigió a aquellas sombras.
Aquella noche decidieron dormir todos en la misma habitación por si ocurría algo y estar así los cuatro juntos. Una vez más a las tres de la mañana empezaron a sentir frío, mucho frio… Veían sombras por todos lados. Entonces Julián se armó de valor y se dirigió a aquellas sombras.
-
“¿Qué es lo que queréis?“
- “Ayudadnos”
- “¿Y cómo os podemos ayudar? Decírnoslo”
- “Ayudadnos”
- “¿Y cómo os podemos ayudar? Decírnoslo”
De
pronto dos niños vestidos con ropaje antiguo, se presentaron en la
habitación. Eran dos niños; Un niño y una niña de unos diez años.
Sus caras eran pálidas y estaban cubiertos de polvo. Les estaban
señalando el pasillo… Los cuatro amigos fueron hacia allí. Uno de
los niños se paró justo delante de la cocina y les señaló los
muebles de la cocina que había colgados en la pared. Julián y Oscar
los quitaron rápidamente. Golpearon en la pared y se dieron cuenta
que estaba hueca. Les dijeron a Natalia y a Marta que les trajeran
algo para romper aquella pared. Ellas rápidamente fueron a buscarlo.
Se pusieron a dar golpes hasta que consiguieron hacer un agujero. De
pronto de aquel hueco comenzaron a salir unas luces blancas parecidas
a las orbes. El piso quedó todo iluminado. Los cuatro sintieron una
paz enorme y a aquellos niños les cambió la cara. Era todo
felicidad. Se acercaron a Natalia, Marta, Julián y Oscar. Mientras
les daban un beso…
-
“Muchas gracias por ayudarnos a salir de ahí. Por fin somos
libres”
Ante
la presencia de ellos desaparecieron…
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Triste despertar de una agonía, agonía de un triste despertar...
Tal vez mí mirada ya no se clavara en tus ojos, esos ojos azules que se fijaron en los mios.
Tal vez fuere mí imaginación, tal vez esos ojos azules jamás existieron...
Nadie sabe de ti, nadie te recuerda, solamente yo.
Tal vez fuiste un sueño o tal vez Angel... O quizás fuiste un demonio.
Triste despertar de una agonía, agonía de un triste despertar
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Triste despertar de una agonía, agonía de un triste despertar...
Tal vez mí mirada ya no se clavara en tus ojos, esos ojos azules que se fijaron en los mios.
Tal vez fuere mí imaginación, tal vez esos ojos azules jamás existieron...
Nadie sabe de ti, nadie te recuerda, solamente yo.
Tal vez fuiste un sueño o tal vez Angel... O quizás fuiste un demonio.
Triste despertar de una agonía, agonía de un triste despertar
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