lunes, 24 de septiembre de 2018
Laura Mastracchio
CLEPSIDRA
Ayer,
todo el océano me pertenecía.
Su voz,
su gracia,
su arrebato
y el destello de sus ondas.
Todo.
Hoy,
apenas mis manos pueden
retener su espuma. Apenas.
Mañana,
en la orilla y bajo el impávido fulgor
del gran círculo blanco,
me preguntaré una y otra vez,
¿cuándo lo dejé ir?
LOS VENCIDOS
¿A qué supo la voz
tambaleándose en sus bocas?
Y cuando exiguas las palabras
miradas descendieron,
¿a qué supo el despertar?
¿A qué,
el murmullo de sus miedos?
Y cuando súbita la urgencia
mandatos resistieron,
¿a qué supo el batallar?
¿A qué,
el rugir de los sentidos?
Néctar
y cuerdas de seda.
Labios carmín despuntando
el silencio.
Del lienzo blanco,
los cuerpos:
¡la victoria de los vencidos!
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