miércoles, 27 de junio de 2018

Paco Granados Mellado


LOS NIÑOS DE HALLOWEEN

Era noche de halloween y Pedro como todos los años se disponía a ver una película de terror. Preparó la cena y ya se disponía a poner el Dvd, en ese momento sonó el timbre de la puerta. Al abrirla, ahí estaban los niños que hacían el truco o trato, como todos los años. Entre ellos se encontraba una preciosa niña de pelo rubio y ojos azules.
“Hola pequeña, lo siento, este año no tengo caramelos, ni dulces para darte”
La pequeña esbozando una sonrisa le contestó…
“Solo quiero tú alma”
La niña se marchó dejando a Pedro algo contrariado, pero no le dio la más mínima importancia y cerró la puerta entre risas. Iba vestida con el uniforme del colegio, tenía la cara blanca y llena ensangrentada, la verdad es que parecía real. Pedro se acomodó en su sillón para poder ver la película. De nuevo una vez más volvió a sonar el timbre. Óscar un poco harto volvió a abrir la puerta, esta vez era un niño. Llevaba el mismo uniforme que la otra niña y también tenía la cara pálida y el rostro ensangrentado. Pedro pensó que serían hermanos y se dirigió al niño diciéndole lo mismo que le había dicho a la niña, pues no tenía nada que ofrecerle. Aquel niño le respondió a Pedro que él no tenía hermanas y que lo único que quería era su alma. Segundos después el niño dio media vuelta y se marcho. Pedro algo cansado volvió a cerrar la puerta de casa, hablando en voz alta…
“Los niños de hoy en día deberían ver menos películas de terror…”
Por fin Pedro pudo sentarse a ver la película tranquilamente y así relajarse. Cuando finalizó se fue a su habitación para descansar. Al entrar en el cuarto tuvo una sensación extraña, de esas en las que crees que hay alguien detrás de ti, pero que seguidamente te das la vuelta y no hay nadie. Pedro no dejaba de sentir esa presencia… Comenzó a escuchar pasos detrás de él. Sentía como si le siguieran, pero no lograba ver a nadie. De repente empezó a sentir como si alguien le estuviera soplando en la nuca. En ese momento si tuvo miedo. Se sentó en la cama, y se dio cuenta de que el colchón se estaba hundiendo solo, sin su ayuda. Fuera de si, Pedro salió corriendo en dirección hacia la ventana y en una esquina de la habitación se arrinconó. Al momento dos golpes muy fuertes sonaron en el cristal de la ventana…




Pedro no se lo podía creer, pues vivía en un edificio de altura.
“Esto es imposible, si vivo en un tercer piso. Quien va a alcanzar desde fuera para tocar la ventana…”
Volvió al salón y cuando aún no había llegado, comenzó a sonar el timbre de la puerta una vez más. Esta vez eran dos niños…
“Queremos tú alma”
“Iros por favor, dejarme en paz…”
Pedro intentaba decirse cosas para tranquilizarse, pero parecía que su cabeza le estaba jugando una mala pasada. Decidió encender el televisor para no pensar en nada. Las noticias estaban diciendo que dos niños habían sido atropellados al cruzar la carretera, causándoles la muerte instantánea. Pedro quedó impactado, pues el telediario había puesto los rostros de aquellos niños y resultó los de aquellos niños que estuvieron llamando a su puerta. Pedro gritaba nervioso y no paraba de decir…
“Dios mío, esto no puede ser. Seguro que es un mal suelo”
Se levantó para ir a por un vaso de agua a la cocina y al entrar allí estaban ellos… Le miraban fijamente, su olor era nauseabundo y rápidamente comenzó a expadirse por la casa. Ese olor a Pedro le resultó insoportable. Se dirigió hacia ellos intentando saber qué era lo que querían.
“¿Qué queréis de mí?
“Queremos tú alma, queremos tú alma”
“Pero, ¿qué os he hecho?”
“No fuiste capaz de ofrecernos nada y a cambio queremos tú alma”
Los dos niños se abalanzaron sobre Pedro, pero antes de que pudieran alcanzarle, Pedro se lanzó por la ventana. Pedro murió en el acto. Aquellos niños se miraban sonrientes sabiendo que habían logrado su propósito, habían conseguido llevarse el alma de Pedro. Mientras Pedro yacía en el suelo, aquellos niños se desvanecían en la oscuridad de la noche.

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