domingo, 29 de julio de 2018

Emilio Medina Muñoz

                                                      
                                                                                    

Esa mirada..., ¿es la tuya...?,
¡con esa nos has mirado
cuando a tu lado pasaba,
con mi hijo de la mano!

¿Que pensabas...?Esos ojos...
 Cuando a mi niño mirabas,
parece ser que querías
decirme que aun me amabas.
Pasaste de largo... ¡al fin!;
mi hijo, inocente preguntaba:
Dime papá, ¿porque me mira
con pasión, tan bella dama?
Hasta mi niño notó,
la fuerza de tu mirada



                                   La madre de Sophy

Una gran puerta de madera de color caoba, posiblemente construida con esa carisima madera, daba paso al gran salón que otrora serviría para el deleite de la danza.



Una mesa camilla, un sillón de orejas, varias sillas, un gran reloj de péndulo y pesas, además de un gato negro, componían el paisaje de la antes barroca estancia.


Una cabeza de plateados cabellos se adivinaba mas que se veía  recostada sobre una oreja del sillón.
De algún lugar impensado, llegaba el sonido del tango Caminito,...¡ desde que se fueeee, triste vivooo yooo, caminito amigooo, yo también me voy,...!.


Se oyó un suspiro de la persona que ocupaba el sillón.

 En ese momento, el reloj dejo salir su melodía anunciando en su canto, que era el momento de cambiar de día.


El negrisimo gato se incorporó y se estiró todo lo largo que era, para después, volver a su postura primitiva.
Todo respiraba tranquilidad, todo era serenidad,... ¿ todo ?...

Cuando con paso dudoso y temiendo algo Sophi, se acerco al sillón a dar su beso de buenas noches a su madre..., ¡ que horror...!, fue su única expresión, antes de caer muerta al suelo.

    Pintura de - JUAN CARLOS BOVERI


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