lunes, 30 de julio de 2018
Norberto Barleand
SOLEDAD DEL TIEMPO Y LA MEMORIA
Fugaron
con un gemido agazapado
y estaba solo,
en las nubes del adiós,
irremediablemente solo
como un trueno moribundo,
un rosedal de nieve y de sombra
solo en los latidos del tiempo,
solo en las plegarias de la aurora,
el húmedo viajero de trasnoche,
las cicatrices del barro en las paredes
El vino amargo desterró las flores
los nombres que pronuncio
oragando el luto del olvido.
Solo con el pulso en caravanas
sostienen los muros.
Viento y polvareda
en cúpulas vacías
golpeando las campanas
y la soledad que se escurre entre los hijos
CAMPANARIOS
Ojos cerrados,
la mirada oblicua.
Sucumbe el nido de los cuervos
cayendo por campanas de miedo
cuando llueven murciélagos sin capas
que muerden el cielo de la noche.
Los faroles ajados
no encienden las tinieblas
y las rosas del espanto
preludian
la codicia
de los hombres.
Pintura de Emilio Celeiro
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