Ella la muerta.
Sube al colectivo,
baja,
aparece,
se esconde,
percibe,
se mutila, trabaja de día,
de tarde,
de noche lava, plancha,
se prepara para el otro
amanecer.
Pálida sucumbe,
respeta,
no levanta su voz
se peina -nunca se
despeina-,
cede su asiento,
reza mucho -cree poco-,
no llora,
no ríe.
Ella la muerta
que no ama,
no siente,
no grita,
la que nunca nadie miró,
la que nunca nadie soñó,
que no tiene niños, gatos
ni jazmines.
Ella es la muerta que
camina sin lápida.
En tus espacios inconclusos
acuné mis sombras.
¿Pasa el tiempo o somos
nosotros
los que doblegamos sin
sentido las agujas del reloj?
Fecundamos sueños, risas y
amaneceres,
pero insensiblemente el
hijo quedó atrás
perdido en valles de coral
y bruma.
No hay mercaderes, ni
cartas marcadas.
Océanos impetuosos sin
barcos.
Montañas de arena
fugitiva.
El film que nunca vimos y
la cuna que quedo sin
flores.
Las risas se tornaron
vertientes oculares,
después nostalgia,
resignación,
para culminar en la sombra
que hoy se anida en tu
espacio inconcluso.
Obra de Salvador Dali
Muchas gracias Gladys...
ResponderEliminarGracias a vos amigo !gracias por tu poesia
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