domingo, 29 de julio de 2018

Facundo Gastón Floria

Voy y vuelvo. Como si fuera un viernes cualquiera, alguno en el que crece ese rugir de hospitales, un viernes de pequeñísimo sol en el centro del espacio, con minúsculas botellas de arena y un hogar entre columnas de roble. Eso. La cara de pavor de un delincuente atrapado, la luz de giro del camión azul que se lleva los huesos de toda carnicería. Todos los perros perdidos. Vos dormí mientras, yo voy y vuelvo, voy a buscar unos pesos a cambio de abstracciones. Qué mundo extraño este con su escasez de tranvías y sus carteles luminosos. ¿Cómo será el tuyo hoy? ¿Tu tempranita mañana del lado de adentro bordeará el ojo de la pesadilla? Afuera está lleno de naranjas, cajas de zapatos y agentes represivos. Quedate adentro hoy ahora, que yo voy y vuelvo y traigo unos pesos, compro facturas y te despierto. Y ojalá que cuando los mundos de este viernes se choquen en un beso, resulte que todo sea un teatro, que al final era una farsa la existencia de la muerte, que no hay ningún artefacto que domine nuestra especie y sobre todo, que no haya nadie que tenga que llorar y gritar porque no responden dónde tienen a los que desaparecen.
Yo voy y vuelvo.




La piba se acomoda la media adentro del borcego con una mano apoyada en el semáforo despintado. Gente entra y sale como el frío y el cielo. Qué voy a decir del cielo yo, acá tan metido y solamente mirando por este rectángulo atrofiado con sobrecitos cómodos de azúcar sobre una mesita en la calle La Pampa. Poder decir del cielo requiere alguna conducta superior a la que puedo: por ejemplo salir a mirar la luna y ver la estrella roja que habrá desvelado algún cuerpo de la historia, mirar bien y decir eso es otro mundo en esta esfera hueca de la noche, en ese punto rojo en el cuadrante sur de esta noche veo un mundo con todos sus fenómenos y discordancias, desde acá, en este piso lleno de hojas marrones y de otoño de saldo, paseando a mi perra vieja que va dejando sus humildes marcas en la tierra. Eso apenas puedo decir del cielo pero no ahora, acá, cómodo de temperatura falsa y cafetería falsa de Urquiza a la espera de seguir con mi trabajo. Sin embargo miro el cielo. No sé quién más lo mira y piensa es tan blanco el cielo hoy que debería haber una fiesta de nieve, debería bajar hasta poder tocarse para saber si es o no es 

Fotografías de Facundo G.Floria

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