lunes, 16 de octubre de 2017

Luz Rios Iribarne

                                      Las pinturas de Aykut Aydoğdu   



Hay canciones rebeldes.
Persisten obstinadas,
hasta que parecieran exiliarse
voluntariamente de la memoria.

Un día cualquiera se van,
cediendo su lugar a otras,
quizás más oportunas.

Pero nunca les creas,
ese es su engaño,
sólo se ocultan.

Se esconden en ese espacio incierto,
lejos del olvido,
pero por fuera de la memoria.
Sólo aguardan su hora.

Y vuelven tormentosas,
como dagas despiadadas,
cuando un entorno propicio,
me ha dejado desnuda de prevenciones.





INDÓMITA
Ya no la soportaba más. Me había habituado a sus manías, sus palabras inquietas, su ansiedad, pero a veces era demasiado.
Ese día, había comenzado con sus excentricidades desde la mañana. Ya desde antes de dejar la cama, y ni siquiera se había callado con el desayuno o el almuerzo. Más tarde llegó al colmo de lo desesperante cuando agudizó las agujas de sus palabras mientras intentaba ponerme a escribir.
Llegó el momento que había temido y evitado, pero fue un rapto desde lo hondo, y necesario. Con toda la furia que sentía, y contenía desde que podía recordar, abandoné los papeles, la miré a los ojos, y con una voz que hasta me sonó ajena le grité “¡Callate, estás loca, loca del todo!”
Al principio no entendí por qué parecía entenderme Por qué parecía sentir lo mismo con respecto a mí. Después recordé que nos parecíamos mucho. Recordé que en realidad estaba mirándome al espejo, discutiendo conmigo misma como siempre, y al ver que desde el grito, aún seguía con los brazos en alto, pensé que esta vez, por más molesta que me resultara esa voz… Esa voz tenía razón.

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