ENCIERRO
GRIS
El
mar era gris cuando la tarde
de
luciérnagas grises, se mecía. Y gris
la
piedra de la calle ancha,
y
gris el árbol de la esquina vieja.
Eran
grises los pájaros marchitos de sol.
La
voz de los niños en las plazas.
El
grafiti quebrado en la pared de cal,
y
la música y el piano y la ventana.
Era
gris tu nombre, y tu palabra más gris,
aún
más gris que los silencios.
Era
la copa gris, y el vino
era
gris como la copa, y los labios y la lengua.
Hasta
los leños ardidos eran grises.
Y
la mañana,
que
llegaba en vela.
CONVERSA
Esta
que soy, hace un instante,
temblor
entre tus brazos.
Beso
abierto a tu beso y caricia
juramentada.
Hace
un instante,
la
voz que te nombraba, la cabeza,
los
pies, el vientre, el alma,
las
entrañas.
Hace
un instante. Ahora,
el
mundo se ha movido
–imperceptiblemente–
y
estoy en otro instante de mi cosmos.
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