Yo seguiré escribiéndote versos
por encima de mis penas,
más allá de mis horas y de tragos salobres.
Seguiré poniéndole cascabeles
al silencio de la noche
y amarrando madreselvas
para perfumar tu nombre.
Yo seguiré buscando entre la sombra
la luciérnaga altiva
que pondrá una luz inmensa
a mi última mirada,
que te buscará insomne,
en los pliegues de esa noche,
para encontrarte siempre, sin importarme dónde.
Caminaré a tu lado, aunque tú no lo notes
cuidaré que las rosas se abran a tu paso,
cantaré sin que me oigas
lo que escuchamos juntos,
hasta que el primer beso
le puso a aquel instante… ¡Resplandor al ocaso!
Y
SIN EMBARGO…
AMAR
TANTO A LA VIDA
Cuántas veces
yo mismo me
sorprendo
de amar tanto
a la vida;
la vida aún
apresada
en la sal de
una lágrima,
en la madera
profunda,
en el rincón
más lejano del silencio.
Vida, vida al
fin
la que puede
tocarse con los dedos
la del perdón
agonizando
en el pétalo
olvidado de una rosa,
n la hiriente
luz del medio día
en el árbol
azul
en los sueños
atrevidos
en los dioses
que juegan
también a
amar la vida.
Cuántas veces
yo mismo me
sorprendo
de estar
hablando solo
esta mi locura
sin inviernos,
collar de
perlas
en el fondo
del océano,
espíritu del
vino
postrado en la
cárcel del racimo,
madre lactando
su criatura
en el seno de
una loba.
...locura sin
horario
sin encuentros
en la esquina
sin temblor en
los labios
sin oro, ni
diamantes, ni dinero,
locura de un
gusano
arrastrándose
en la piel
virginal de una doncella
viajando en la
nariz de una pantera
o en un rayo
hacia la luna.
Amar tanto a
la vida
hasta querer
la muerte
al árbol
hasta querer
el fuego,
el agua
hasta amar el
desierto.
Amar tanto a
la vida
ciegamente
hasta que ella
misma decida
el color del
sueño
que jamás
despierte.
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