miércoles, 30 de noviembre de 2016

Lak-berna n°18



Directora :Gladys Cepeda 
Gracias por sumarse, participar,visitar ,difundir y dejar difundir en sus grupos 
en facebook

,a los mensajes de apoyo, esto es muy importante ya que logra que mas personas conozcan la publicación y puedan participar o compartirla Tambien a los medios que me han hecho notas para llegar hacia lo infinito !!!!!!!!!!!!!!


Lak-berna Revista https://www.facebook.com/pages/Lak-Berna/649006895208007


Editora Y rec0piladora : Gladys Cepeda


Logos realizado por Ana Lucía Montoya Rendón y Mariela Kusner

Christelle Westphal

Alfredo Pérez Alencart

                                                                                

   Pintor Vladimir Kush  






Los rumbos del viento
DOS
Husmea el viento,
acecha por los rincones hermosos de la primavera,
se torna dócil entre tus manos porque parece pertenecerte.
En vano le convidas amor hasta en los sueños. ¿No ves
que el viento está hecho de lejanías? ¿No comprendes
que repentino se torna el viento salido del vientre de los mares?
Una copa puedes derramar entre tantos presagios,
un brindis por el viento legado por milenios de probar mundo,
una oración para que bellos pájaros se suban a su hombro
y contentos canten
al pasar por nubes llenas de agua, guitarreando
cara al cielo, de espaldas a la lluvia
parturienta de vida.
Después te descuelgas del pendiente de las adivinas,
posándote en la nada, en el emborrachado aletazo del viento
que todo lo destapa porque no se acuerda de su sombra
cobijada en el pasado, contrabandista
de sueños inútilmente vivos, de raíces de infinito
alimentando múltiples eternidades.
¿Qué come el viento sino partículas de polen vagabundo?
Así hace germinar sus venas,
así se desparrama para no apagarse nunca,
así va en blanca caravana junto a infinitas golondrinas.
Lo encontrarás luego de cualquier desalojo,
pisando cenizas por si obtiene pálido vino que libará
en ardorosos ceremoniales, bailoteando
con bulla jubilosa o marcando el paso
en la alta cúpula de los cipreses.
Cuando ya estés quieto, mira los ocasos cayendo asustadizos
al fondo de la meseta, más allá de las montañas,
yéndose con el viento
para volver mañana con el almíbar del día.
| 45 | Cartografía de las revelaciones
Recuéstate en la hierba,
recuenta lunas extraviadas y embalsama tu vida
con la brisa del amor que invade los sentimientos.


Andres Lazcano Garcia

                                                   Pintor Chris Slabber

ANTES
Tengo miedo
que en tanta oscuridad
tu sombra se aclare
bruscamente,
porque es otra la noche
que dejaste olvidada
en mi cuerpo.


LA NOCHE CIEGA
Me asusta pensar que eres real,
hoy vi a través de
mi mirada, la noche
mojada que llevaba
mi cuerpo.
Es que era imposible
entender que era yo
quien rondaba tu casa
y se robaba tus ojos.


AGOSTO
Debajo de cada pupila hay un ojo
latiendo el occidente helado.
Mas allá, una cadavérica huella,
la introspección de la luz de la aurora
en el fino murmullo del agua.
Agosto tiene más de lluvia
que de cielo,
por eso esperas vendavales
con el brillo del llanto,
así me abrazo a tu tristeza
como si hubiera encontrado un tesoro.

Leandro Alva

     


AFUERA 

Desandando el hielo de la madrugada, mi desnudez
reposa contra una pared cristalina que nadie más puede
ver, o al menos eso me parece: aquí no hay más ojos
que los míos. Todo acontece del otro lado, y puedo
comprenderlo muy bien, como un científico que
despanzurra un insecto, pero me está vedado
participar. Ni siquiera puedo asegurar que la gente allí
reunida pueda verme, o que sea real eso, que más allá
de los muros se insinúa como una mueca de
celebración.
A través de la transparencia de las paredes que afirman
mi exilio, descubro cómo todos ríen y se divierten –el
eco de los brindis transcurre al compás de un piano– y
participan de una alegría del todo genuina a cualquier
observador no alerta.
Pero en un rincón, aislado, hay un hombre destrozando
un colibrí, y la herida estética despierta los rumores de
la buena gente que lo circunda en el cubículo terso de
gestos diáfanos. El sujeto tiembla como las alas de su
víctima; un ademán rupestre en la pulcra lucidez de
los muros, espejo deshabitado que no detiene el
trayecto de la noche.
De pronto el pájaro revive, Ícaro y Lázaro a un tiempo,
y afuera, a mi lado y sin posibilidades de reingreso,
aparece el hombre con un resto de plumas tornasoladas
pegado al sudor de los dedos.
Me mira receloso, creo que no comprende su destierro.
No imagina la intemperie de la fiesta, el revés de las
sonrisas y el boato. Intenta alzar el vuelo, agita los
brazos convulsivamente, busca elevarse sobre el
mordisco pétreo del exterior. Se nota que aún no lo
sabe: aquí afuera, bajo la morisqueta torrencial de los
astros, las mariposas jamás trascienden el gusano.
imagen ext de Google

Ezequiel Martin Buono


CUARTO OSCURO
Ella inventó el suburbio donde reposó mi horizonte y culpando a los charlatanes de turno, logre defenderme de la histeria que irrumpió en mi mesa, por eso nunca fui soberbio ante su encanto, solo dibuje anhelos pasajeros para reinventarme y cumplir los pasos necesarios a la hora de construir un espacio castigado por la impaciencia pero real y oportuno. Algo de insolencia encontré debajo del brillo aparente y fue por eso que aumente el ritmo del deseo, protegiendo los sentidos y lamentando la falta de realidad en el asunto. En fin, nunca pude despegarme del olvido que me ayudaba a compensar el sabor amargo de las viejas caídas pero en este caso no deje de invocarla. El cielo no protege la vida, la historia real es la más vencida, tormentos descartados en mí huida, asuntos despojados de mentiras, la ausencia promete conformarme y librarme del encierro que ofrece sofocarme con el peso del recuerdo.

Dolores pombo

                                          Fotografo John Poppleto,

 alli
                  donde el verde
                             aún se aferra
                                       desesperadamente
                                                       a la tierra.

hoy no me veo en el espejo
quizás
me fusioné con mi imagen
con mi sombra
que ya no asoma
como la de los álamos
erguidos al viento
feroz
de la última aridez

Carlos Enrique Saldivar

  Fotografia Anja Stiegler


la figura

           Hubo un hombre que desde muy pequeño notó a su alrededor una extraña presencia.
Poco a poco consiguió reconocer qué era aquello que se le aparecía de vez en cuando: la silueta de una mujer, una sombra bien delineada y bonita, aunque lejana, que parecía encontrarse en un universo insondable y sombrío donde él no podía comunicarse con ella ni alcanzarla físicamente. La figura lo seguía a todas partes: en la escuela, en la calle, en todos los rincones de su casa, cuando comía, estudiaba y dormía; se pegó tanto a él que en cierto momento suplantó la propia sombra del niño y se volvió parte suya, hecho que lo perturbó de un modo tremendo. Él, que la veía en todas partes, aprendió a convivir con ella, a hablarle, a pesar de nunca obtener respuesta, incluso la llegó a amar, aunque era un amor imposible, porque si bien la presencia de la figura femenina le daba placer y cierta tranquilidad, lo atribulaba, pues parecía rogarle a gritos separarse de su cuerpo. La forma quería a alguien en quien vivir, alguien femenino; el amor se deshacía como un cubo de hielo al sol y el chico, decidido a lograr que renaciera tan bello sentimiento (pues le agradaba en demasía), buscó a la mujer en la cual la sombra pudiese calzar a la perfección.
Hizo el intento en todos los lugares que visitó, en las regiones más exóticas que ubicó en el mapa, en las casas y cuartos de hotel en que durmió, en prostíbulos, bares, y otros sitios de fiesta. Estaba muy atento, era todo vista y oídos, incluso desarrolló con eficacia sus otros sentidos, a fin de encontrar a la persona ideal entre tanta dama que conocía. Se hizo joven, luego hombre, maduró como una manzana, hasta brillar y hacerse apetitoso, pensó que ello era una ventaja, mas luego se dio cuenta de que con tantas mujeres se le nublaba el paisaje que escondía a la doncella que podía darle la felicidad. Guardaba con celo el secreto de su visión, nadie se percató de su peculiaridad, ni su familia, ni amigos, ni ocasionales enamoradas, sólo él atisbaba a la figura. Siguió buscando, halló cientos de mujeres, de diversas actitudes, idiomas y linajes, les probó a todas la silueta; un instante ideal era cuando ellas estaban desnudas, recostadas en la cama, sonriéndole, pero la forma no encajaba en ninguna. Intentó olvidarse de aquella insólita condición, negar a esa entidad tenebrosa, amar a alguna de sus conquistas y quedarse con ella de por vida. Deseaba la estabilidad, formar una familia, pero la sombra gritaba, no de una manera perceptible para los sentidos físicos, esos chillidos le picaban en el alma, como mordeduras de araña, haciendo que aquel hombre abandonara sus intenciones y continuase en busca del cuerpo de aquella forma, a la que había vuelto a amar, pero que ahora amaba y odiaba a la vez.
Continuó tanteando, sin resultados apreciables. Una vez se topó con una mujer de cualidades caprichosas y con alegría comprobó que la silueta empalmaba muy bien en ella. Se llenó de júbilo, pues al fin se liberaría de esa maldita carga, no obstante, la mujer se percató de la imagen, la tomó del cuello, se la quitó de encima y la lanzó al suelo, luego observó con furia la mirada triste del hombre y se retiró ofendida.
Él siguió por el sendero de la vida, obstinado en su empresa, sus cabellos se volvieron blancos, su piel se arrugó y su cuerpo se encogía, haciéndose más delgado. Su fortaleza se redujo. El tiempo corría con una velocidad indolente.
En un momento dado, él se sentó en la banca de un parque, estaba cansado y solo, siempre con la sombra a su lado. No soportó más y se puso a llorar, pensó que nunca podría desligarse de la figura, la cual lo miraba inexpresiva mientras él se lamentaba. Una forma insensible, que no entendía el significado de la tristeza, la cual solo pueden comprender los seres vivientes. Aquella presencia no era un ser, era el complemento de algo, la parte de un todo, una entidad visible que en realidad no existía, pero que era, estaba y lastimaba.
De súbito el hombre vio pasar una muchacha bonita y juguetona, que cantaba y bailaba, sumida en un hipnótico divertimento que consistía en escuchar algo agradable a través de un artefacto pequeño que se enlazaba a ella por medio de un par de audífonos. La chica se detuvo de repente y miró con curiosidad al hombre. Sonrió. A veces era ideal probar la silueta en esos instantes fugaces cuando las miradas se cruzaban y una sonrisa, un gesto o un sonrojo no pasaban de ello, y las damas seguían su camino, apartándose para siempre, porque así ocurría a veces, no se concretaba el romance y cada quien iba por un rumbo distinto. El hombre supo que esa oportunidad era propicia e hizo lo que consideró sería su último intento, aunque sin muchas esperanzas.
Maravillado, vio cómo la figura encajaba perfectamente en esa mujer, bastante joven, cuatro veces menor que él, con poco más de la edad adulta. Ella, bella y radiante como un topacio, recibió contenta la silueta, la cual se introdujo en su interior y se perdió ahí dando un grito final de satisfacción. El hombre brilló de dicha, pues al fin pudo liberarse de aquella forma. Era libre para continuar con su vida, y no le importó todo el tiempo que había transcurrido. Cogió su bastón y su sombrero y caminó por el sendero del parque, por el sendero de la vida, ya no solo, estaba junto a aquella mujer tierna y elocuente con la que compartió su futuro sin ver otra vez una sombra en su camino.

Arantza Alba Menghi

                                          

                                      Pintor Aykut Aydoğdu

No me olvides/pero, por favor, no sepas quien soy/recuerda que alguna vez el aire/ rozó tus mejillas/ que fue bonito/ recuerda cuanto deseaste vivir / y sentí../ Jamás me olvides/ ignorá mi existencia/ volveme especial...



 Miradas que van pasando/por dentro/ por dentro/ Silencios filosos ciegan sueños/ Amar puedo una noche cualquiera/ pero la edad...pero los años..../ si quisiera quedarse esa alma/ si pudiera en mi regazo respirar/ .../ me enamoro de cielos ajenos que van llegando/ y se quedan dentro/ mientras espero

Graciela Vodicka

                                      pintor      Johnny Palacios Hidalgo


ELLA
Con sus manos de pájaro
salió al encuentro de todas las estrellas
con su voz, salió, pequeña y dócil
como todas las voces de las mujeres- niñas,
salió al aire de mayo y el otoño le habló
de antiguas primaveras, salió
a la lluvia fina de todos los augurios,
y con su rostro empapado y su piel
perfumada de tanta caricia y madreselva
pernoctó en en el
calor de un muro único y callado.

Con su pelo de alondra le dio el adiós
a todas sus muñecas,
a todas, o al menos a
sus nenas preferidas,
escucho sin oir
el eco de la sangre en las almohadas
y hacia el alba, hacia un alba cualquiera de
antiguos sortilegios, sonrió,
imperceptiblemente sonrió
para que vos o él o alguien
que conozca su nombre
la llame , desde el rincón
dormido de los sueños

Oscar Vicente Conde ©

                                      
                                               Pintor      Norberto Alvarez Debans.
 Ardor
 
Tengo un ardor
detrás y delante
de los ojos

como una herida que no sangra

sólo eso
un ardor

que no opaca ninguna visión
que no impide divisar los caminos

entonces sin necesidad de palpar
para no caer

voy avanzando de a poco

mientras mis huellas me miran
desde la distancia
 
 
 

En la noche deambulan los habitantes de los simulacros
llevando sus aromas a cuestas como pesadillas
también sus pasos desorientados jugando con las penumbras

un corazón invisible intenta los últimos latidos
mientras las videntes se reúnen para hallar amantes
una mujer semidesnuda se desdibuja sobre una puerta oval

los gritos se refugian en las alcantarillas ante el disimulo de las ratas
un indigente busca la excusa que le falta para rendirse
una daga inclemente desgarra las carnes
 
 la luna oculta sus dos rostros

(c ) Carlos Enrique Cartolano.



                                          Pintor   Marc Chagall
Queda soledad


cuando se alzan solas/ adónde van
si penden de alambres de olfato vista oído
gusto/ manos inasibles al cabo sabés dónde son

fugan quizá fuera de retículas/ se prenden
del cielorraso o las licua el viento/ soplos
de arresto estruendos del cambio/ la emoción

adónde van las manos/ ya partido el fruto
múltiple aunque de sólo una pasión: pulpa-semilla
milhojas prensiles de la historia/ dónde están

verlas será recobrarlas/ ocupar quíntuple acogida
consagración de contactos: molde y forma
figura y parición/ dónde úteros del verbo/ dónde

mi amor no resiste faltas/ este abecedario extrema
hay horizontes de laxitud/ torbellinos de odio
manos inasibles/ puntas del hilo/ se quedan solas


Paleta


llamo a la nómina de acciones
pendientes como sólo yo puedo/ la despunto
en cada domingo y así pinto de blanco
intimidades a sobrevenir/ que nada me sorprenda
más que cada amanecer con su calandria
y toda noche de canción que suena mieles
remoto/ reste lugar a tiznes del sueño y desayunos
del idioma: múltiple revolucionario/ único
inquilino del inconsciente

igual que buscarle colores al pincel
o afinar las puntas de mi pluma
como dar cuerda o tender soga/ como decir
la palabra unánime/ acaso exista
y reflejar en ella una existencia: el instante
del límite/ su filo surreal aunque patente/ vivo
con sedas de tu respiración/ y esta saña azul chagall
entre las manos

De ambas orillas, 2016

martes, 29 de noviembre de 2016

Andrés Aguirre

                                            
                                                Pintor    Zdzislaw Beksinski

Nadie se acuerda como es un cadáver
Como huele
Hasta que las cucarachas
Exhiben sus pedazos por el barrio

Comienza la soledad
Y Dios soporta las náuseas de nuestros corazones

Nadie recuerda el sabor de un cadáver
Durmiendo en los rincones de la tarde
Cucharada de miel tibia
Perfume seminal en un paladar aplastado

Los cadáveres mienten asustados
Repletos de melancolía
Extrañan ver
Las heridas infectadas de sus padres

Anhelan recibir
Mensajes de amor antes de dormir
Eternas despedidas
En medio de la asfixia

Los cadáveres dicen
Lo que nadie dice
Sienten
Lo que nadie quiere sentir

Saben el costo
Que debemos pagar
Por haber reído



Anda moribundo
El amor
es un puñal oxidado
que recorre el cuerpo tristemente
Deja en las heridas
miel y sal
El amor
anda moribundo
como un niño
que agoniza de fiebre
que despierta
pidiendo pan y agua
Las termitas en su marcha
arrastran su cadáver
en un fúnebre recorrido
hacia su sofocante nido
Devoran sus propios hogares
Se sacian de lo cotidiano
Como el amor
destroza el fondo de las cosas

Daniel Arias

                                          Ilustrador Semenov             

                                                                 Del libro Cielos Paralelos

170

Retorno a mi casa por caminos de bruma,
hay signos nuevos, señales difusas,
carros volcados y barro alrededor,
Itaca entre brumas, allá voy,
lanzado en la mirada
el camino es confuso y largo en el aire,
como el pájaro negro en la rama con su desesperación perpetua,
ser uno mismo y uno solo,
el infinito en la gravedad del destino como el pequeño pájaro,
tengo la religión del vuelo,
el espíritu de la tarde
que se arroja al vacío.


171

He logrado deshacerme del grito devorador
y del musgoso silencio,
he logrado emerger como un secreto
con la sílaba que abrasa,
he logrado alzar un muro
en las grietas amarillas,
pude ascender hasta la piel del dolor original
donde la boca perpleja se hace viva y transparente
y todo parece inmutable.
Y así, roca en el mar,
con una sangre porosa
donde se extravían los peces,
de pie sobre las olas en el fondo de las miradas,
aquí, donde el viento deja su pesada tela
el primitivo dolor llega
como bandera de enemigo,
a esta roca espejo del mundo
irrespetuosa y convincente,
llegan las incesantes olas
con el soplo de remota noche,
la noche que trae nuestro destino de arena.
Y yo aquí, roca en el mar,
desconocida por los hombres,
  he logrado deshacerme del tiempo.