miércoles, 16 de marzo de 2016

Maria del Mar Estrella

EL VIÑADOR

                                     A  Manuel J. Castilla


Donde iba su voz allí crecía

su parra de poemas, fermentada en savia de universo.

Viñador visceral  de  la existencia  amanecía  derrochando

su generoso don

y su sombra gigante lo seguía mansamente potente, caudalosa.



Ninguno como él para pialarlo al duende cimarrón de la vendimia

poética, ninguno tan país, tan sangre tierra

tan compadre del hombre y su destino.



Escalar su palabra era entregarse al placer  de una cima imprescindible 

donde cuatro elementos (coraje, maestría, pasión y resistencia)

se mezclaban a las cuatro estaciones del lenguaje.



Todo en él era música secreta

dictada por las musas ancestrales de la imaginería

que siguen proclamando que ese Manuel Castilla sigue andando

por los cielos del mundo

como un cometa intrépido que gira

sobre el eje inmortal de la metáfora.



 LA VIDA NECESARIA



                                     
                                             A las mujeres valiosas que enriquecen la vida

Hay mujeres que tienen la costumbre de mirar a los ojos,
la sincera costumbre de mirarnos
el alma del revés y para siempre.
Hay mujeres que siempre nos encuentran
en el momento justo, al borde mismo de la desolación o del fracaso
y con una sonrisa, una palabra, un mínimo silencio, nos fecundan.
Hay mujeres de luz, de pura raza, milagreras silvestres que florecen
sobre las bacanales del asfalto
hembras de un solo rostro que se animan
a dar el corazón como si nada.
Y apenas las descubres, algo crece en tu interior,
se llena de sonido, de sentido, de solidaridad invulnerable.

                     

 Y si un día se van, se van en lluvia, en lluvia consistente
que guardará nuestra raíz. Su huella ha de quedar aquï: en este hueco
del corazón, como queda la fuerza del espíritu
en la vasija rota por el tiempo.
Hay mujeres que alzan la bandera que otras dejan caer.
Mujeres pueblo que reivindican la esperanza.
Porque nunca sabrán su dinastía, que las bendiga el sol.
Y lo que dieron: la vida necesaria!

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