martes, 27 de noviembre de 2018

Josefina Fischer

Al sol



Arielito no durmió bien anoche. Estaba yo en la pieza y lo escuchaba moverse de un lado para otro de la cama. Pasaron una, dos horas y no paraba. Entonces fui a ver qué le pasaba. Todo tapado estaba y hacía calor, pero tenía la frazada del marce. Arielito dice tiene sú oló, le digo que sí pero para mí tiene el olor a cucha, su perro Cucha, su primera palabra. Lo agarré en mis brazos, quise rodearle todo el cuerpo, su cuerpecito que temblaba y temblaba. Temblaba que parecía más chico, y daba unos saltos que se me escapaban sus manitos y pies. Abrazo le dije, pero igual seguía moviéndose. Lo dejé en el piso, más tembló y el temblar se volvió llanto, y el llanto grito. Arielito no es de tener noches así. Tampoco es de llorar. El marce siempre le dijo que los hombres no tienen que llorar, él lo miraba fijamente y sin palabras se secaba los mocos con la manga del brazo derecho o sólo con la muñeca si hacía calor y no estaba abrigado. Lo volví a alzar, sus gritos ya despertaba a los perros de los vecinos, a los vecinos que iban prendiendo luces, y los escuchaba hablar de casa en casa, de a gritos. Lo alcé, le di el chupete, lo escupió, que si no se calma va al agua le dije, y se calmó. Sólo el marce sabía calmarlo, y ahora se fue, y llora más y más seguido, como llamándolo. O la Chicha, ella le lo pone mansito. Pero no se despertaba la Chicha y es mejor no despertarla porque se pone malarriada cuando uno le interrumpe el sueño. Yo la llamaba y la llamaba por dentro, como decía la abuela repetí algo por dentro y puede pasar, pero la Chicha no se despertaba, no venía a ponerlo mansito. Desde que se fue el marce duerme más y tiene un sueño que mamá mía cómo cuesta levantarla.

Entonces empecé a pensar que sería mejor que Arielito vuelva a temblar, y llorar y gritar, y que los perros, los vecinos, todos se despierten, hasta que venga la Chicha y lo ponga mansito. En eso estaba yo, invocándola con los ojos cerrados cuando la luz me hizo abrir los ojos y la voz de la Chicha amaneció: qué le pasa al chiquito, que no sabe cuidarlo todavía eh dijo al mismo tiempo que se lo daba y Arielito le tiraba los brazos. Ahora temblaba yo porque no sé, que no sé qué le pasa le decía. Que qué le pasa, está lleno de ronchas, miré mujer, lleno de ronchas el nene, es esa manta del perro que le dije que no se la dé, eh mujer. Al sol dijo, no entendí pero señaló la cama y llevé todo al patio. Chicha llevo a Arielito con un fuentón al sol, lo puso dentro, al lado algodón con esa agua fuerte, el banquito enfrente, se sentó en el banquito subiendo su pollera larga con las piernas abiertas le dijo no llore hombre y Arielito no lloró. Bañó su cuerpo con algodón y esa agua y Arielito no lloró. Al sol me volvió a decir, seguí sin entender, me quedé quieta esperando otra indicación, ella juntó su frente y dijo que te pongas al sol mija. Y los tres nos pusimos al sol, desnudos bajo el sol del mediodía, que los bichos se mueren al sol repetía Chicha mientras cantaba la canción del negrito.



Frío. El piso frío. Ma me levantó, me dejó en el piso. Temblé, lloré, la cara se me puso toda mojada. Salada, el agua que salía de mis ojos era salada. Pa dice que esa agua no tiene que salir, que soy un hombre y eso salado está mal. Pero ardía, el cuerpo ardía, el frío ardía, mi piel estaba diferente y no podía no largar eso salado pa. Perdón pa. Pa no venía y Ma me agarraba con sus palos finos y dijo abrazo, yo quería a Pa o la Chicha porque quemaba, todo alrededor me quemaba como cuando Pa prende esos troncos pa calentá la casa y yo me quedo ahí enfrente, y toda mi piel se pone más caliente, y Pa me saca porque dice tan cerca no. Ardía sin fuego y Ma me decía que me calme que me calme, y yo le decía al cuerpo que se calme pero no calmaba y mis manos no alcanzaban para tapar los agujeros de mi piel donde salía algo parecido al fuego. Grité y lloré, y la Ma me dijo que me llevaba al agua, al agua no, no quería, el agua mata al fuego, y eso me podía matar entonces. Los amigos de Cucha empezaban a gritar también, pero Cucha no venía porque ahora está con Pa. 
 



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