miércoles, 28 de noviembre de 2018

Julia del Prado

SUEÑO

 En la madrugada soñé que mis pestañas eran rojas. Mis ojos color de plata asumían una mirada seductora y hasta lasciva.

Mi cabello celeste causaba murmuraciones con una trenza colocada de manera lateral que rozaba mi cuello.

Mi nariz manchada de miel de abeja tenía un encanto que al acercarse cualquiera lo adormecía.

De mis labios pendía una campanita que daba la hora cada vez que alguien la tocaba.

En mi ombligo brillaba un cuarzo que aumentaba su intensidad al menor roce cuando un ser compatible se me acercaba.

La música de un vals vienés estaba como música de fondo.

Abruptamente un hada se hizo presente,  dio un soplo y el sueño se difuminó.




                                                   
 CERDITO
 

Era un día de adviento
cuando hizo su aparición
un cerdito bien rosado
de pezuñas limpias
con sus alas de ángel.
Se posó en mi ventana
orondo lirondo
me dijo: ¡te doy mi bendición!
Te traigo cebollas, lechugas,
tomates, pimientos
para tu ensalada de hoy.
Me quedé perpleja
le hice una venia, a la japonesa.
Él río en sonora carcajada.
Le toqué con caricia
su cabeza
a él le bailó la mirada.
Se quedó a dormir
en su camita.
Al amanecer sin que
me de cuenta
emprendió su vuelo.
Me dejó un papel
que decía cuando me necesites
frota tus manos con aceite
de sándalo.
Lo hice en otras ocasiones
casi siempre de adviento.
Pero él ya no vino.
Sólo un día en mi ventana
había una alforja de
variado alimento
le acompañaba una hoja
con olor a perfume.
La tomé. Hice de nuevo
mi sabrosa ensalada.
Froté luego la hoja
estaba él ahí como un
dibujo con su carita rosada
sus pezuñas limpias.
Y aquellas alas de ángel.
Aleluya. Aleluya -dije-
miré al cielo.
Sólo está vez vi una sonrisa
de hocico bueno
me hacía con su pezuña
un adiós a lo lejos.
Soy afortunada, medité
antes volví a hacer
otra venia, a la japonesa.
Desde mi lugar de mar.
 

17 de mayo del 2016.

   Pintura de Alicia Besada

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