miércoles, 27 de junio de 2018

Osvaldo Victor Fernández

           

POEMA I

Hay una hora

elegida para morir,

no tiene que ver

con un corazón

que se detiene

o con una corona

sobre la pared.

A veces

se muere por un milagro;

el ataúd

puede ser

una esquina cualquiera,

solo basta

que faltes a la cita

para siempre.





POEMA II



Ella camina

las huellas de todas las ellas.

Me mira

y hunde su ella

en el centro exacto

del latido que apura

mi pulso.

Todas sonríen,

y hechizan y se funden

en la levedad de mi destino.

Ella,

síntesis de todas las ellas,

vibra esta cajacuerpo

que se rinde,
                                                                                                                          incondicional.
 Pintura de Paul Delvaux

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