domingo, 16 de julio de 2017
José Muchnik
¡El viejo mostrador
¡Tanto tiempo Josecito! No se puede olvidar de mí, me decía.¡Con todas las que pasamos juntos! ¿Qué fue de mi vida?, es una larga historia. Los mostradores, como el pueblo, servimos para que se apoyen en nosotros pero no decidimos mucho.Cuando cerraron la ferretería vieja me fueron revendiendo,
fui yirando, dando tumbos como dice el tango; no me quejo,algunas chambas fueron lindas. Me acuerdo de un almacén de ramos generales allá por Trenque Lauquen, de una librería en Bolívar… pero la crisis pegaba duro, los boliches iban cerrando, se vinieron los self service, ellos no necesitan mostradores, tómelo y páguelo, se hacía cada vez más difícil colocarse,al final terminé aquí, en este depósito de muebles viejos,tan al fondo que ya ni se acuerdan de que existo. ¿Quién va a necesitar un mostrador como yo en esta época? Cuando nos volvemos viejos es difícil adaptarse al cambio, por lo menos a nosotros no nos ponen en geriátricos, entonces me quedo
aquí, tranquilo en el fondo, siempre se puede estar peor.¿Querés saber dónde estoy Josecito? No sé, viste cómo son las cosas, tanto dar vueltas, tanto te suben y bajan del camión, que al final te mareás, la vida como un vals, pero imposible
rebobinar el tiempo, siempre das vuelta en el mismo sentido, cuando querés parar se acabó la melodía y te caés. Tal vez esté cerca de Boedo, tal vez haya vuelto al barrio, vaya a saber, lo digo por los diarios que trae el pibe que labura aquí, esos diarios
que reparten gratis los sábados por la mañana en la esquina del Margot; lo viene a leer al fondo para que el trompa no lo june, después los deja encima mío, por eso me enteré de las“viñetas de la ferretería vieja” ¡Qué alegría me diste! como si
reviviera… pero te confi eso que me puse celoso: la gomalaca,la cola del kerosén, anilinas, cortavidrios, masilla, alambre…cuando salió la viñeta de la plomada estaba furioso ¡Habla de una miserable plomada y de mí no dice nada!. Yo que era el
centro de gravedad de la ferretería, que atraía a los clientes
como un imán, que…¡Querido! ¡Qué alegría tener noticias tuyas! Tenés toda la
razón del mundo, un olvido imperdonable; además confi eso,la idea fue de Ester. ¿Te acordás?, era mi novia, sí seguimos juntos, más de cuarenta años, dos hijas, cuatro nietos, milagros del amor, nosotros también yiramos, al fi nal anclamos en París,
especial para cultivar nostalgias, otro día te cuento. ¿Por qué no escribís del mostrador? me dijo. Es cierto, eras el centro de gravedad y más aún: corazón dársena escenario consultorio…
Una vez atravesado el umbral se alargaba tu presencia hacia el fondo, de un lado los ferreteros, la estantería; los clientes del otro, arrímense, vengan con sus pedidos problemas ilusiones…este es el decorado, nadie pasa del otro lado del espejo,
como en el teatro, actores y público deben respetar las reglas.
¡La cantidad de obras que hemos hecho! Un elenco de primera;yo el mostrador en el centro de la escena. “Se me quemó la resistencia de la plancha, me la puede cambiar Don Miguel”.
Tu viejo, actor como pocos, agarraba la plancha como si fuera una pierna quebrada, la apoyaba sobre mí, le echaba una mirada comentando “si tengo repuesto con mucho gusto señora, no es seguro, la tengo que desarmar”. “Es que trabajo
a pedido, Don, sin la plancha no podré entregar, además…”la pobre mujer angustiada explayaba argumentos convocando la pachamama para que aparezcan repuestos. Una vez desarmada, tu viejo miraba la resistencia quemada, se daba cuenta en seguida si podía o no cambiarla, pero seguía revisándola en silencio creando suspenso, luego miraba a la mujer saboreando el poder de crear esas mínimas felicidades,
“tiene suerte señora, la puedo arreglar”.
Así es Josecito, yo era la sala de urgencias donde atendíamos sufrimientos de estufas a querosén con sus velas rotas, canillas con sus cueritos usados, faroles con mechas en agonía…
Pero no sólo recibíamos enfermos, también concurrían deseos fantasías ilusiones, para inventar colores, espacios,texturas… “¿Qué le parece Don? Son cuatro piezas que dan a un patio, quiero pintar todo, estoy cansada de… quiero
que… ¿me entiende?”. Ahí sí que se jugaba el arte del vendedor,informar aconsejar seducir… “El blanco le dará mayor volumen, podría ser un crema muy pálido casi blanco, se va a cansar menos, las puertas en el mismo tono pero más obscuras,
para darles otra profundidad, sí por supuesto; si le gusta el durazno puede quedar bárbaro, es usted quien decide …”En caso de indecisos graves, tu viejo cambiaba la puesta enescena, agarraba el muestrario de colores y pasaba del otro
lado del mostrador, “venga, aquí hay mejor luz, mire con tranquilidad”, el cambio de posición de los actores surtía a menudo su efecto, aunque no siempre, “si quiere se lo presto, se lo lleva a su casa y vuelve”, decía en última instancia, y si
no volvían, paciencia… Lo más importante no es vender, sino conservar el cliente, era el lema de la casa.
La verdad Josecito fueron años de oro, todo no está perdido,todavía existe el arte de la venta, todavía hay mostradores en ferreterías, almacenes, farmacias… poco a poco van mermando. Primero los súper con su autoservicio, ahora la compra por internet, mirá Amazon, la gran librería disquería“global”… están exterminando miles de libreros en todo el mundo, en Buenos Aires, Roma, México, New York… El
librero que sabía y te aconsejaba. Yo, viejo mostrador, olvidado en el fondo de este depósito no puedo hacer nada. El otro día escuché una nueva palabra: “consumactores”, me gustó, ustedes los consumidores pueden hacer mucho, pueden tener mucha fuerza, el problema es que no se dan cuenta, comiencen
por no comprar cualquier cosa a cualquiera en cualquier lugar, después hablamos. Ya les dije, no estoy contra el progreso, pero hay que saberlo digerir. Josecito, por qué no entrás en Google “mostradores antiguos/imágenes”, tal vez me encuentres, sería un alegrón. Mientras seguiré soñando en el fondo de este depósito con algún Quijote que pague por devolverme a la vida, para instalar un negocio, no sé de qué,
quesos de campo, juguetes de madera, tejidos artesanales… ideas hay muchas.
Recuerden, si se les ocurre poner una ferretería, memoria y experiencia no me faltan.
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