martes, 22 de mayo de 2018

Luz Ríos Iribarne

INSOMNE
Hay un enjambre de moscas en mi cabeza.
No me dejan conciliar el sueño.
Las abejas de siempre combaten,
Revolotean como nunca.
Me pican por dentro.
Hacía tiempo que no sangraba letras
Que no las sangraba como ahora.
Y esta vez,
Ni la música las ahuyenta.


Como si quisiera ahuyentarlas.
Como si precipitar palabras,
ahogarme entre nebulosas,
no me fuera tan doloroso como necesario.


Hay un enjambre de moscas en mi cabeza.
De avispas sedientas de papel.
Y a veces las palabras no me bastan.
Pero enjuago las ausencias y decanto,
las pocas que puedo atrapar,
en estas horas de paz ausente.

TERSURA
Tener el corazón roto me obligó a regresar.
Fue una lágrima mi único y primer poema.
Una sonrisa en el viento, descorazonada.
Hasta morir en una mueca falaz,
Una estrepitosa farsa inverosímil,
Que regresa para llorar la lágrima primera,
Reverdeciendo en un destello sin nombre.


De mis labios brota la sonrisa,
esa burda mentira eléctrica,
que crispa mis manos sinceras.
Sinceridad muda pero transparente,
que me obliga a buscar reparo,
en algún claro del bosque de la mímesis.


Somos todos al final nuestras marionetas,
actores de la misma farsa grotesca,
ocultando a la tragedia detrás de la comedia,
para derrumbarnos luego
con la destrucción de ambas máscaras.  

Pintura de Sherry Hendrick

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