miércoles, 29 de agosto de 2018
Ana Claudia Díaz
la lejanía con la que ahora admiramos
el movimiento de una totora en el camino
otro viaje dentro del sencillo; extraordinario
los plumerillos que se mecen
con un ritmo, de pronto, desconocido
el lugar donde sentarse a observar
la parálisis que contempla el movimiento ajeno
lo ambiguo, el ruido roto de lo ambiguo
la respiración cerca que enciende
las palabras que no llego a decir
y me convierten en mendiga de mí misma
¿las azucenas del oriente
serán observadas por los mismos pájaros
que ahora se posan sobre estas flores
que nos enredan los pies?
¿la golondrina y su vuelo suave
busca lo conocido cuando emigra?
¿o borra las huellas, los senderos de migas
las huertas de estrellas para perder el rastro
de donde alguna vez estuvo?
¿reconoce la cima de los pinos
su alcoba entre los árboles?
¿y sabe que podrá descansar largo tiempo
cuando llegue al final del recorrido?
¿qué es ahí, a ese puntito que se ve de lejos
a donde va?
¿deshilacha su alma con el tiempo?
¿o deja que el viento desgaste sus alas
como si fueran las hojas de los girasoles
radiantes, desolados en medio del campo?
¿intenta encontrar la señal
un camino de perlas flotando en el mar
como las claraboyas?
¿o que los caparazones de las tortugas
dibujen un mapa, una línea de puntos seguidos
para guiarse?
¿sabe que alguien espera
bajo las estaciones a que aparezca alegre
trayendo la paz del verano?
¿piensa que la muerte es breve?
¿que quizás cuando regrese el paisaje
no sea el mismo, ni estemos acá?
¿que el instante no se embalsama
más que en las visiones que se disfrazan
de recuerdo? ¿que tal vez sea otro el perro
adormecido sobre la orilla que la deja jugar
en su lomo simulando no darse cuenta?
la obstinación de la rutina y el retorno
como un búmeran dentro de la memoria
a veces cava un pozo tan hondo
que solo a tientas y sin luz te deja volver
de El hemisferio del lado en que quedamos
Baltasara Editora, 2018
Pintura Celsa Flores
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