martes, 28 de agosto de 2018

David Sorbille


El tiempo en una tarde cualquiera
puede ser una señal que desvanece
la lejana hondura del sueño
la dura soledad del exilio
las siluetas de amores olvidados
en el fondo del viento o simplemente
la prueba que nos estimula
cuando todo parece abandonarnos
y sufrimos el destino de las quimeras
en la ardua lucha por imponer
la verdad de su esencia
como la semilla en la tierra
Del Alba encendida
V

Manifiesto del estío

Espero, / creo:
en los siglos de los siglos jamás me llegará
el día vergonzoso de mi sano juicio”
Vladimiro Maiacovski

Tengo la espiga y el tiempo
Ahora: ¡vengan a mí!
por Vladimiro los recibiré
con las cavidades de mis ojos vacíos
en la penumbra de mi celda.

¡Venid! os repito
esclavos de Sodoma y Gomorra
aquí estoy aguardando el Juicio Final
hoy será un día de fiesta
en los campos del Señor.

Por el Altísimo que estamos todos:
políticos banqueros militares
curas prostitutas y empresarios
alineados todos alienados
esperando la ejecución.

Están llegando al puerto
diez barcos de nubes
mandamientos de la vida y de la muerte
en la salvaje jornada
de los músculos en tensión.

La función comenzará
cuando los reporteros se preparen
busquen un chaleco de fuerza
porque gritaré hasta abandonar
las cuerdas vocales.

¡Venid a mí!
ajusticiadme por soñar
les ofrezco mi locura
tal vez les sirva para crear
otra historia que dure dos mil años.


De Manifiesto del Estio

Pintura René Magritte

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