jueves, 20 de diciembre de 2018

Norma Domancich



La madre.


- ¡Adentro, rápido! – dice la madre mientras empuja a los hijos a la habitación oscura.
- ¡Silencio. Vienen a buscarnos! – susurra con angustia mientras tranca la puerta.
Afuera el día respira un sol de fuego.  Adentro los niños anudan juegos mudos y risas invisibles.

La madre descansa su historia en un banco. El verde la abarca en su aroma.
- Hola! – acaricia el hijo con manos vividas.
- Querido…  – responde ella con un beso – 
- Me gusta estar acá, me cuidan mucho. ¡Todos son ángeles!  - señala uniformes blancos.
- Mamá… -  sonríe el hijo con ternura.
- Creeme -ríe ella con los ojos– Ya no tengo miedo, no pueden encontrarnos! Ellos - y otra vez enseña blancuras sanadoras – me salvaron.
Desnuda su brazo, libre de los fatídicos números de sangre. Ninguna cicatriz, ningún vestigio.
La tarde los acuna sin tatuajes.
Una estrella amarilla trepa a los cielos
.

Pintura de David Olere

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