miércoles, 19 de diciembre de 2018

Valeriano Fauve

 
 
Voces al viento
 
La vida puede que sea para unos la justificación perfecta para llegar al fin de una vida
Para otros un vacío sin sentido
Tu dolor sea no tu caída si tu destino
Vuela dentro de tu cuco
Que no se detenga tu reloj
Ataúd sin crucifijo
Deja la puerta abierta que otros la cierren cuando vengan de los infiernos, dejando descubrir escalón tras escalón cada paso de ti mismo
Puede que sea un infierno tu botella
Sea lo que sea, tal vez no te de tiempo a recoger la maleta
Golpea!! Con tu mente vaya a ser que no te de tiempo, siendo el regreso el peor de los momentos finalizando tu vida en tan solo viejos recuerdos de un demente
Sé que fuiste y hoy dejaste tu camino que no hace polvo
Monta sobre la espuma que brota sobre cuello cerrado
Puede ser que sea la última vez y tus ojos no lleguen a ver el amanecer, en rojos y verdes.
 
 El silencio de la sombra
 
VI
Como cada noche recorría las calles buscando en los cubos de basura, miraba de un lado a otro para fijar la mirada en el oscuro cubo. Tiraba la basura al suelo, buscando algo para comer. En su recorrido llego a un callejón oscuro húmedo por la lluvia. Las nubes cubrían la oblea. Su mirada buscaba entre los coches aparcados algún cubo de basura. En medio de la misma vio un cubo repleto de bolsas y desechos desparramados por el suelo. Como de costumbre miro a ambos lados lanzándose sobre los desechos. Dé repente creyó oír un susurro un escalofrío le recorrió todo el cuerpo quedándose paralizada. Durante unos instantes aguanto la respiración, al soltar el aire el humo que salía de su boca declaraba su posición.
En ese instante vio una sombra se iba aproximando hacia ella. Se oculto tras de un automóvil, esa actitud no era la mejor, puesto que la sombra olía perfectamente el calor que desprende el humano. Los ojos de la chica iban a estallar de tanto movimiento de izquierda a derecha buscando el que de algo que no pudo ver en su totalidad.
De repente miro la puerta que tenia frente a ella, la sombra la observaba. Quería gritar pero algo no le dejaba.
Se le acercó la sombra pasándole la mano por su cabello desaliñado, le introdujo la otra mano entre sus piernas. La beso. La agarro entre sus brazos trasportándola con suavidad dirigiéndose bajo un puente. Allí la desnudo, ella no hacía nada tan solo miraba como la poseía en un silencio con aura opaca. Para ella era un tesoro encontrado entre tanta suciedad, para la sombra era una víctima más.
Esta vez no hubo gritos, si un desparramo de sangre que recorría bajo el puente calle abajo. 
 
Pintura de Joan Miro 

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