Los
andenes dolientes
La
nostalgia de aquellos andenes, seguirán indagando, sobre el abandono
y el silencio al que fueron sometidos. Espero que mi voz y este
planteo, no se pierda en el desierto de la desesperanza. Esa
emotividad que nos envolvía cuando arribábamos a ellos, los
andenes, sumados a los bagajes de numerosos viajeros, movilizaban
sensaciones gratas ya que el tren nos llevaría a diversos pueblos de
nuestro inmenso territorio. Así, en ese derrotero sobre los rieles,
el mar, las sierras, las nieves australes y el paso ineludible por
nuestra pampa dilatada nos convertían en trashumantes sorprendidos
por los paisajes.
Distintas
etapas de nuestra vida nos encontraron en aquellas estaciones,
diferentes miradas y sensaciones, risas y tristezas que quizá
viajaban agazapadas en nuestros equipajes. En fin cada cual tendrá
la libertad de definir los propios.
A
veces nuestras miradas jugaban con los bifurques caprichosos de las
vías y esa arboleda que veíamos de frente y a lo lejos, se
mimetizaba por momentos detrás de algún recodo inesperado; luego
pertinaz y empecinada volvía para mostrarse de cerca, ya… desde
una hegemonía de fresco e impactante verdor. Y así continuamente,
como si todo fuese un juego constante.
¿Qué
fue lo que nos pasó? porqué nos dejamos enredar por pregoneros de
falacias que nunca tuvieron ningún argumento legítimo y que el tren
y los andenes para ellos, sólo eran fantasmas mentales. Hoy
recuperar el sonido del ferrocarril sobre rieles
abandonados…puede llegar a parecer una metáfora o quizá una de
las empresas más quijotescas, no sólo por lo que significa poner de
pie todo un sistema, que adrede, fuera desmantelado por la
inoperancia de los genios de la economía. Me pregunto si tendremos
la capacidad para revertir semejante situación o no nos alcanzará
la vida para verlo y disfrutarlo.
Hay
otros conceptos mucho más significativos y caros a los sentimientos
de los que amamos el tren y que no puedo pasar por alto. Algo así
como ¡Que bueno fue despertar con el eco lejano del paso de aquellos
vagones, y el viento haciéndose partícipe de una complicidad que
nos acercaría, como en un vuelo, a ese martilleo particular sobre
las vías. Era un aporte rutinero e implícito que quedaría grabado
en el alma de muchos de nosotros para siempre.
Pero
los expertos de la inexperiencia y lo irrazonable, son seres que
merecerían ser analizados, ya que no se sienten culpables ni
hacedores de semejante necedad, no sabían acaso que los trenes en el
mundo entero, no producen precisamente ganancias, lo que ofrecen, es
un servicio indispensable que acorta distancias, evita accidentes en
las rutas, hacen que los pueblos y ciudades que están a las márgenes
de las vías, crezcan y se desarrollen. En fin, esto ha sido una más
de las frustraciones que hemos padecido y sólo ha demostrado la
falta de capacidad y conocimientos que tienen algunos pedantes, que
creen que todo lo saben.
Como
decía al comienzo se instalan en el alma sentimientos incomparables
a través del tren. Siento pena y algunas veces mis ojos se
humedecen, extraño su travesía por algunos parajes que he conocido
y que hoy tan solo se han convertido en matorrales de pastos e
hierbas abrazadas a oxidados rieles; que asisten dolientes a los
espectros de hierro y madera que deambularon algún día por última
vez.
Sólo
pido como en un rezo, que no nos acopiemos a proyectos que han
aportado nada más que destrucción y barbarie, adjetivo usado
deliberadamente en siglos pasados y que hoy parece que hemos
rescatado del pretérito con nuestra desastrosa manera de repensar el
futuro.
…ojalá
que se me conceda ver vías surcando nuestras tierras de Norte a Sur
y Este a Oeste y no las tristes imágenes de esos andenes desolados
que hoy abrazo con cierta nostalgia…
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