domingo, 16 de noviembre de 2014

EMILIO MEDINA MUÑOZ (España)

                            Fotografía enviada por Emilio


  





 
La llamaban “la Pegaso”



Tenía en aquel tiempo

rondando…, cuarenta años;

de abundantes proporciones

de tetas y culo bajo.

En El Cerro de La Plata,

tenía el negocio montado;

a las ocho en el verano

y a las seis en el invierno,

se despachaba contenta

al militar, y al paisano.

En un colchón muy usado

lleno de manchas y ratas,

daba besos y placer

a gente , no delicada.

Un hijo espera en su casa,

-su madre se lo cuidaba-,

mujer que ya dio su juego

y que el “oficio” enseñaba.

Un día del mes de enero

cuando el mal viento arreciaba,

una nube de “maderos”

al Cerro se aproximaba.

Las “lecheras” con sus luces

y sirenas apagadas,

permitió a los agentes

hacer una gran redada.

La Pegaso, no podía

permitir ser capturada,

y apartando a aquel soldado

que afanando la montaba,

corría como alma en pena

en dirección a su casa.

Una bala corto el viento

en sucia carne clavada,

un grito de horror y miedo

con la Pegaso, acababa.

Yo lo se porque lo dijo

en la taberna un brigada,

que disparando ese tiro

de la mujer…, se mofaba.

  Encadenado de Muestrario. Liliana Varela




Nieve


La lluvia derritió gozos
congeló de inviernos el alma
y cabalgó en penumbras
para que la siguiera.


Emboscada. Eso fui.
Presa de una bola de nieve
hueca...
como mi pecho/y el tuyo.


Nos une la letra, la tinta negra
que circula por las venas
el pergamino deshecho entre recuerdos


y una sensación de ternura
/o quizá piedad.


En qué truco barato
un aficionado mago
trastocó el destino
/sin que lo supiéramos.


¡Poco importa el cuándo
ni el cómo
cuando el presente asfixia!


Dame la mano, sostente de mi,
soy tu bastón
soy tus ojos


/hoy iremos al mar.


Lili



Encadenado con Blanca Barojiana.

Mi promesa se cumple en esta tarde
y la sopa de fideos se está haciendo,
muy caliente pues la cosa esta que arde
y echa humo, el caldo está cociendo.



Una punta de jamón se ve nadando;
una hoja de laurel, dará buen gusto;
un buen apio y un buen puerro van dejando
los sabores que encierran, es lo justo.



Calabaza, la zanahoria, cebolleta;
un nabito, no muy grande, da alegría
para hacerte gozar en compañía.



Una vez que se hierva lo mentado
y se cuelen esos restos de verduras,
los fideos mostraran sus hermosuras.



5 Octubre 2010



 
¡Qué sopa, dios del cielo, yo matara
por meter en tal plato la cuchara!
Esos fideos cual hebras de oro...
ese blancor del plato -que ni poro
ni fisura ni china nos demuestra
ante el embate de la hambrienta diestra-,
el color del caldito que promete
alzarnos al cielo del taburete.
Y si hubo quien la primogenitura
por lentejas vendiera, por ventura
no conoció esta sopa sacrosanta
que todo jugo gástrico levanta.



Blanca



                                                                         

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