lunes, 12 de septiembre de 2016

Alejandra Alma




Hace lunas, que noche es relación
de todos mis silencios.
Por eso escribo; para rozarnos la voz.

------------------------------------------------------------------ 


Amamos por descuido.
No sé, si acaso podríamos cuidarnos
por amor.







Infancias hay
e irrumpen
juegan a los saltos, se escabullen del recinto de los nombres. Ellas corren hacia ahora y cuentan todo el tiempo, a su modo.
Rozarlas apenas, es cuestión de suerte y cuerpos disponibles. Como si piedras preciosas, celebran lo incomprable en el peldaño más inútil. Y burlan el confin de nuestros calendarios.

------------------------------------------------------------------------- 

La ventana que da hacia el balcón, ese recinto de piel donde el árbol se desborda.
La copa abierta al dictado de la brisa; el pensamiento ido, frotándose en el verde de las extremidades.
Hoy tallos por doquier. Y el convite de ramas inconformes.
-------------------------------------------------------------------------------

 
Hay algo de angustia en la impotencia de nombrar. Algo de ahogo en las palabras que no alcanzan, siquiera a acariciar la sensibilidad de otro cuerpo.
Como si el exceso quedara sin voz en el preciso momento de partir y entonces regresara a tu garganta, trayendo el gusto amargo de lo que no pudo conversar.
La angustia es un estrecho por donde aún no pasaste. Un hilo de tu cuerpo sin amor.




Tomarle el tiempo al capitalismo: escribir tu rebeldía en una carta; leernos los cuerpos sin tv, sin otro intermediario que la espera. 
Así. A un trazo de tu piel es nuestra voz.




Un sol dormido en el recuerdo de su brillo, podría despertarte en pleno insomnio.

 
Habría que cuidar la intensa fragilidad de lo que existe
y ama.
(Como el aliento sorprendente de otra boca; su devenir fragancia en el baile de tu lengua)




Una palabra de piel, es pasible de la lluvia. Podría volar o simplemente caer.
Y aun así, llevaría una semilla.
Pronunciarla es otra tierra. Es nacerse en otra boca.






De este lado del deseo, la sombra pide espera. Lo ausente se juega en fantasías y el mundo claroscuro, se deja improvisar.
Mañana es un retazo ahora; un tramo de sensualidad indefinida. Y el sueño, un roce de erotismo marginal.






Volar, incluso la caída
confiarte al cuerpo alado
al viento, no al ave
(Y es que no ves) en el ocaso
hay mares de ser 
pájaro.




3 comentarios: