con lágrimas viejas en el otro rostro.
Quizá dialogue con algún caminante,
distraído en la soledad de las sombras.
O busque almas convertidas en insectos
qué no saben de tempestades.
Ni de abandonos en los amaneceres.
Lejos del mar disgustado.
Hay manos que huyeron de las alianzas.
De los pecados de los hombres,
que esperan por un dios distinto.
Para cobijarse bajo otros albedríos.
Llegaran las nubes cargadas con presagios.
Alguien negará el diluvio amenazante.
Antes que sol haga su aparición tras de los muros.
Del Libro de Poesía “Silencios pintados en la piel” Tahiel Edicionesl Ediciones 2013
La luz más allá de toda percepción
un quejido
no es llanto
no es grito
no tiene consciencia de si mismo.
El aliento
donde no hay bocas abiertas.
Las miradas
y los ojos ausentes en la distancia.
La música de los astros fríos.
No hay oídos que escuchen.
¿Al borde de qué frontera se diluyeron los hombres?
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