Ideograma
Peter Tjebbes
KRONÓKRATAS
De
agua o de arena, de sol o de cuarzo, relojes... ¿Qué miden? El
tiempo no fluye, somos nosotros fluído, palabras, sangres, sueños,
navegando hacia la única desembocadura, el mismo misterio, delta
irreversible. ¡Progreso! ¡Certidumbres! ¡Velocidades crecientes!
Más más, más... más rápido, ríspido, rabioso, más miasmas
hasta descifrar la sentencia que hechiceros de la séptima noche
formularon en los albores del ombligo : “a mayor velocidad menor
será el tiempo disponible” formulación conocida en la era del
jade como “paradoja de khronos invertido”
Así
fué, quisimos medir el tiempo, dividirlo en ínfimas láminas para
vislumbrar la transparencia del espacio y aquí llegamos, fuimos
nosotros los medidos, descuartizados, repartidos en jornadas rayuela,
saltados entre cronometradas sartenes y cuadradas casillas ¡hay de
quien transpase los límites! volverá castigado al punto de partida
sin percibir el sentido de saltos ... ni casillas.
“Kronókrata:
persona que pertenece a la élite que gobierna el tiempo”, asi fue
definida esta palabra en la Gran Eciclopedia de Boedo hacia los
comienzos del tercer milenio. Difícil imaginarse que hasta ese
momento estuviera ausente de charlas y diccionarios, lo cual refleja
la inteligencia de estos individuos, al no ser designados imposible
identificarlos, a menudo ellos mismos no se identifican, es más
quedan oscilando entre sus péndulos, no perciben el vaivén de su
vanidad hasta que el yoyó se estrella contra un espejo inesperado.
Pará
Josecito ya te zafaste como de costumbre ¿a dónde querés llegar?.
Esa es una característica típica de boedónicos, no hablan para
decir cosas sino para encontrar lo que quieren decir. ¿Cómo querés
que sepa dónde quiero llegar antes de largarme al camino?, ya lo
dijo Machado ¿querés que te lo repita?, se hace camino al...
Pensándolo bien kronókratas somos todos, en mayor o menor grado,
todos somos cómplices del corsé que fuimos armando ¿ahora nos
aprieta mucho? ¿no nos deja respirar amaneceres? ¿se forman
ilusiones edema bajo la piel? ¿o se ampollan deseos reventados como
burbujas antes de llegar a labios?. ¿Cómo deshacerse de miriñaques
y elásticos zoquetes? ¿Cómo lograr que los pies recuperen su voz y
nos hagan escuchar la frescura del arroyo?
El
problema no son las barajas, bastos y espadas mienten a sabiendas, la
clave es encontrar el mecanismo del juego, el orígen de la humana
frustración, las cuerdas y zanahorias que los kronókratas mayores
utilizan con maestría para ajustarnos el corsé. Cada vez entiendo
menos Josecito. Te lo voy a explicar como un cuento para niños a ver
si ... Había una vez un mundo sin tractores ni motores ni wifi ni
google, reinaba el tiempo de siembras y cosechas, de solsticios y
equinoccios, luego poco a poco fuimos acelerando, rebanando segundos,
perforando instantes, armando el tiempo comprimido que todos
disfrutamos, pero acordate lo que dijimos, él no pasa, él no
cambia, somos nosotros los que pasamos, nosotros los comprimidos. No,
no digas tonterías, no estoy contra el progreso técnico, me parece
genial, fibras ópticas, naves espaciales, internet, face book,
twitter ... ¡progreso técnico! Pero... ¿qué progreso?, lo
aprovechamos mal, no sabemos montarlo con liviandad, al final es él
quien nos monta, quien reparte fustazos sin piedad a jinetes y
caballos, nos conduce trotando al bebedero de aguas secas, y así
estamos, arremetiendo contra los palos en una carrera arreglada,
perdiendo las apuestas pues ya no sabemos ni qué clásico estamos
corriendo ni dónde está la línea de llegada.
¿Será
posible armar de otra manera las cosas?, borrar esquemáticas
casillas, desabrochar la imaginación, poner el placer en el centro
de las ecuaciones y domar el progreso por más que relinche, clavarle
espuelas en ijares hasta aflojar soberbias, liberar poco a poco el
tiempo de sus chalecos de fuerza. El problema no era transformar el
plomo en oro ¿para qué buscar oro?, alquimistas y piedras
filosofales erraron de senda, la gran icógnita era cómo transformar
el plomo en tiempo libre ¿cómo cortar las cuerdas?, rallar las
zanahorias, desajustar el corsé, destornillar los Kronókratas del
puente de mando y respirar aire de otros vientos. Tal vez una
invasión de Kronoklastas abra otros futuros, pero esa es otra
palabra y merece otro ideograma, pueden pasar a la página siguiente.
Tiempo
libre, utopía de vuelo, repito: el tiempo no fluye somos nosotros
los flúidos, inútil aclarar entonces que tiempo libre no existe, él
está, libres podríamos ser nosotros... ya sería tiempo.
Extraído
de : “SEFIKILL: palabras para el nuevo milenio” , 2014, ed.
CICCUS, Argentina
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