martes, 29 de noviembre de 2016

Beatriz Arias

 









Fotografo  Gyula Halász

Es allí donde la muerte espera,
donde los sueños han caído
como frutos maduros,
donde el sol
se derrama en las veredas.
Una noche casi azul…
y la luna
con su puñal nacarado
la crucifica.

 
Las calles ahogadas en los nombres que ya no están,
canciones de lluvias extraviadas, momentos decapitados,
sueños rotos, la vida demorada en una esquina.
Ya no, madre, ya no suena el grillo de la infancia.
En el espejo huye aquella niña
y se desvanece en la niebla del tiempo.


 
Qué débil la rosa del verano
que nos separa
del hielo del invierno.
Y el juego del sol
contra la plenitud de la sombra.
Que débil la luz de la sonrisa
que nos separa
del rodar de una lágrima.
Y este vibrar hondo de la vida
que nos abrirá la ventana de la muerte.

Del libro y la llovizna leve

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