miércoles, 21 de marzo de 2018

Marcia Morales Montesinos


ENCUENTRO DEL CUARTO TIPO



Los lugares encantados existen desde el inicio de la civilización de eso tenemos diferentes referencias en las mitologías asiria, babilónica, celta, griega y romana, por mencionar algunas, las cuales atribuían dichos encantamientos a seres o genios fantásticos a los que les daban diferentes nombres como: gnomos, trasgos, dimmus, duendes, lamias, kobold, etc. Sin embargo, una vez que se implantó el cristianismo, se modificaron los patrones ideológicos y más bien se le atribuyeron este tipo de fenómenos a espíritus errantes que estaban purgando alguna pena.

Sebastián D´arbo



Horacio acababa de comprar una casa en las afueras de la ciudad, sorprendentemente para él, pudo obtener una propiedad mucho más grande y hermosa de lo que él tenía planeado conseguir, por el presupuesto que había designado para dicho fin. Era una hermosa casa de dos plantas más un sótano y una buhardilla, además estaba semiamoblada.
Cansado del bullicio y estrés de la gran ciudad, y también movido por los consejos de su médico, Horacio, había decidido mudarse a un lugar tranquilo en el que pudiera escribir su próxima novela, por dicha razón compró la propiedad mencionada.
Horacio había alcanzado cierta notoriedad como escritor por su saga de horror Criaturas del inframundo, que consistía en tres entregas. Pero esta vez quería escribir algo diferente, además su neurólogo le había exigido —Nada de películas de horror, ni lecturas, y mucho menos escribir al respecto; eso influye sobre tu subconsciente y se manifiesta por los dolores de cabeza y el estrés—. Así que su próxima obra sería más bien de una temática fantástica en la que no iba ir incluido nada mórbido o sangriento.
En menos de un mes, desde que se cerró la transacción por la venta de la casa, Horacio se mudó a la propiedad.
La primera semana de estancia, en su nueva casa, transcurrió tranquila y sin mucho sobresalto. Sin embargo, a partir de la segunda semana, empezó a diluirse la tranquilidad de nuestro escritor. El primer indicio de ese cambio venía determinado por una serie de sueños extraños, en los cuales un homúnculo delgado, de estatura media, grandes ojos purpúreos, frente amplia, piel grisácea, boca delgada y manos alargadas lo perseguía. Horacio corría lo más que podía y cuando pensaba que ya lo había perdido y volteaba para ver si ya no estaba, se resbalaba y el homúnculo se le abalanzaba encima, justo ahí despertaba. Este sueño empezó a ser recurrente.
Pero, además, de estos sueños, empezaron a ocurrir fenómenos singulares. Cada vez que dejaba escrito un capítulo de su novela, al siguiente día, al abrir el documento, este estaba totalmente alterado, en su lugar aparecían signos ininteligibles para Horacio, el cual pensó que su laptop habría agarrado algún virus ya la llevaré a que la reparen la próxima semana pensó, y decidió escribir al viejo estilo, es decir en un cuaderno de notas, la sorpresa que se llevó al siguiente día fue grande, al ver alterado, nuevamente, todo lo que había escrito, cambiado por esos signos ininteligibles.
También empezaron a ocurrir otro tanto de cosas, por ejemplo; los días eran calurosos, sin embargo dentro de la casa, las más de las veces hacía un frío malsano; otras tantas, alguien llamaba a la puerta y cuando Horacio iba a ver quién era no había nadie; la comida que se preparaba se descomponía rápidamente a pesar del gélido ambiente que reinaba dentro de la casa, pero lo que colmó la paciencia de Horacio fue cuando una tarde escuchó unos ruidos provenientes de la biblioteca, al asomarse para ver qué pasaba, vio volando los libros por los aires, las páginas se desprendían de las pastas y se mezclaban todas en un caos infernal, quedando por último todas esparcidas por el suelo, en una montaña inservible. Esto fue lo que hizo entender a Horacio que lo que pasaba dentro de su nueva casa no era algo normal y que si no buscaba una solución las cosas empeorarían. Como era un hombre abierto a cualquier posibilidad, ya que su profesión, le había exigido leer todo tipo de cosas, pensó que la casa estaba bajo algún tipo de embrujo. Hace poco había escuchado de la llegada al país de un viejo místico, llamado Ariosto, el cual tenía como especialidad la comunicación con seres de otros planos, Horacio no dudo en buscar mayor información y comunicarse con él.
A los tres días del llamado, el viejo Ariosto tocaba la puerta de la gran casona, Una vez dentro, y acomodados alrededor de una pequeña mesa, el viejo místico quiso hacer algunas preguntas a Horacio antes de empezar la sesión, preguntas como: ¿desde cuándo vivía ahí?, ¿cuándo empezó a notar fenómenos extraños?, ¿qué tipo de cosas fuera de lo común ocurrían?, y una de las preguntas más importantes, si el espíritu o ente le había hecho algún daño físico, a lo que Horacio contestó que no, eso significaba, según el viejo Ariosto, que aquel espíritu no tenía como objetivo principal echarlo de la casa, si no que más bien trataba de comunicarle algo, tal vez algo que la muerte le impidió concluir por lo cual su espíritu se quedó atrapado en este mundo, y necesitaba que alguien lo ayudara a concluir o cerrar algún episodio de su vida. Ahora solo quedaba averiguar qué era aquello.
Sin más demora, el viejo, iniciaría la sesión, saco una grabadora de voz de su bolso y la colocó sobre la mesa. Explicó que muchos espíritus eran capaces de emitir sonidos, pero estos estaban en otro tipo de onda y frecuencia que muchas veces no eran audible para el oído humano, sin embargo la grabadora era capaz de grabar esos sonidos y luego volverlos audibles para el ser humano.
El viejo encendió el aparato e inició el cuestionario con la típica pregunta: ¿hay alguien ahí? Era de noche, la casa estaba en silencio, solo el viento que soplaba afuera rompía la tranquilidad, no se oyó nada, después de unos segundos el viejo continuó preguntando, ¿cuál es tu nombre?, nuevamente daba unos segundos antes de formular la siguiente pregunta, siguió con preguntas tales como: ¿qué es lo que buscas?, ¿cómo moriste?, ¿deseas que te ayudemos en algo?, ¿qué quedó inconcluso en tu vida?, etc., etc., después de una larga hora de tensión, la sesión terminó.
Luego de tornarse un vaso de whisky ya estaban listos para escuchar aquello que se había grabado. Encendieron la grabadora, se escuchó la voz del anciano haciendo la primera pregunta, ¿hay alguien ahí?, luego vinieron una seria de sonidos que sin lugar a dudas eran propios de algún lenguaje, la pregunta era ¿cuál?, ninguno de los dos pudo identificarlo y eso tomando en cuenta que el viejo Ariosto había viajado por todo el mundo y sabia a la perfección diez idiomas, pero ninguno se le asemejaba, continuaron oyendo la grabación, la voz del anciano se escuchaba claramente pero después de cada interrogante se escuchaba la misma serie de sonidos ininteligibles.
El viejo místico, le dijo a Horacio, que no hiciera nada, que podría quedarse en la casa tranquilo ya que evidentemente el espíritu no tenía intención de lastimarlo, él llevaría la grabación donde unos amigos para que hicieran las investigaciones pertinentes y llegar a su decodificación, sin más se despidió y se fue.
Aquella noche, Horacio se fue a la cama, desilusionado por no haber resuelto el misterio de los fenómenos que ocurrían en su casa, pero con el aliciente que pronto se desvelarían se tumbó en la cama, aquella noche volvió a tener el sueño que se repetía constantemente, aquel ser humanoide de grandes ojos purpúreos lo perseguía como siempre, él resbalaba y aquel ser se le abalanzaba, pero a diferencia de las veces anteriores no se despertó, el ser se lanzaba sobre él pero con el único propósito de ayudarlo a levantarse, luego le dijo:
—Necesito tu colaboración, sino nunca podré descansar en paz. A todos los habitantes que pasaron por esta casa intente pedir ayuda de mil maneras, pero tarde o temprano todos salían asustados. Antes de especificarte cómo puedes ayudarme deja que te relate, rápidamente, mi historia. Yo no pertenezco a este planeta, ni siquiera pertenezco a esta galaxia, vine en una nave con la misión de investigar su diversidad orgánica e inorgánica, el último día de mi estancia en este planeta, cuando estaba a punto de enviar la información que se me había solicitado en misión, por un fatal descuido mío, se me olvidó encender el halo de invisibilidad, alguna persona, que para mi mala suerte también estaba armada, me disparó una y otra vez, hasta provocarme la muerte, me arrastró hasta el sótano de esta, que por aquel entonces era su casa y me enterró. Lo que necesito pedirte es que vayas allá abajo, exhumes mi cuerpo, en el lado derecho de mi cinturón hay adosado un aparato rectangular, sácalo al exterior durante el día para que pueda recargarse con la radiación solar, aprieta los botones que aparezcan en la pantalla, en el siguiente orden —el ente extraño le entregó a Horacio un papel donde aparecían unos signos iguales a los que habían aparecido en sus archivos y en su cuaderno— por favor, no lo olvides.
Al finalizar este discurso, Horacio se despertó sobresaltado y con el corazón latiéndole rápidamente. Era las 3:15 de la madrugada, pero no esperaría hasta la mañana para averiguar si aquel sueño había sido solo eso, un sueño. Fue al depósito y saco una taladradora, una pala, una extensión y una linterna. Bajó al sótano, con la firme determinación de desvelar de una vez por todas el secreto de la casa. Empezó a cavar, después de diez minutos encontró los primeros restos, continuo cavando hasta desenterrar un esqueleto antropomorfo con un extraño traje azul metálico, en el cual efectivamente, tal y como le dijo aquel ser en su sueño, llevaba en su cinturón un aparato rectangular, el cual Horacio retiró y llevó a su habitación. Estuvo observándolo hasta el amanecer, y apenas vio las primeras luces del alba, corrió al exterior para recargar el extraño dispositivo. Después de unos minutos se encendió automáticamente, Horacio recordaba a la perfección la serie de botones que debía presionar, y así lo hizo.
Después de ese día cesaron los extraños fenómenos que ocurrían en la casa. Horacio se sentía tranquilo y aliviado. Había mejorado de su crisis nerviosa y se encontraba avanzando con su nueva novela.
Sin embargo, después de dos semanas de ocurrido el suceso, recibió la llamada del viejo Aristo, el cual le comunicó que ya habían logrado descifrar el mensaje de la psicofonía que grabaron en su casa. El anciano místico contó que seres de otra galaxia planeaban conquistar nuestro planeta, por lo cual habían enviado a uno de los suyos para hacer las investigaciones correspondientes, y determinar si nuestro planeta era favorable para su dominación y colonización, como nunca recibieron el visto bueno del enviado, no tomaron en cuenta nuestro planeta. Le advirtió que el espíritu del ser al que habían enviado trataría de convencerlo para ayudarlo a hacerles llegar a los suyos el mensaje de confirmación, pero que bajo ninguna causa hiciera nada, que él iría dentro de un mes para exorcizar la casa, que resista hasta ese día.
A Horacio se le cayó el teléfono de las manos, y quedo ido… Recién comprendía lo que había hecho.


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