sábado, 17 de marzo de 2018

José Muchnik

                                    Pintor Leonid Afremov 

Somos todos exilados


A  Boris Carnaut que me acogió en Paris un día de septiembre de mil novecientos setenta y seis


Recuerdos como flores o piedras, aromas impregnando senderos, golpeando dientes labios ojos, buscando lágrimas secas bajo adoquines rotos. ¡Poeta! ¡No te  escondas detrás de tus metáforas! Desabrochar camisa, dejar pecho al viento y que pétalos de sílex tallen palabras que abrir puedan la piel de los días.
Fecha quebrada, veintiocho de septiembre mil novecientos setenta y seis. Antes / Después. Buenos Aires / París ¿Habito otra lengua música melodía?
Boris, aeropuerto Charles de Gaulle, 53 Rue de Rennes. ¿Este mi cuarto? ¿Este mi suelo? Buscar caracol aljibe garganta, gritar estoy vivo, recoger el eco escurriéndose entre canales de mi memoria. Espacio tiempo condensado en un punto. Sístole / diástole / sístole / diás… latidos ritmo tambor. Me aferro a ese punto torbellino, me arrastra...
Exilio hachazo separando la yema del verbo, la palabra del aliento, el ventanal del aire. París de mi primer día, atardece, el otoño aún en verano, Eglise de Saint Germain des Près, Metro, floristas. Café deux Magots, mesas, bastones al sol, golondrinas presagio, idiomas coloridos, enamorados a la deriva, diarios abiertos, perros sin dueño… Rue Jacob, Place de Furstemberg, llega la noche, farol luces sombras inventando formas, creando magia… ¿Esto una plaza? ¿O pintura liberada de su cuadro? ¡El autor! ¡¿Quién es el autor?!

Buenos Aires militares razias desaparecidos / Paris terrazas pasantes. Todo gira… gira… me mareo ¿Escaparme del carrusel? ¿Cómo? Regreso a mi refugio del 53 de la Rue de Rennes, el primer día llega a su fin.

Dormir deprimir dormir… dos tres siete noches con sus lunas invisibles, abro la puerta, entro en la ciudad, poco a poco, como en un mar desconocido que atrae / rechaza.

Paris Jardín de Luxemburgo, sentado al borde la fuente, pasan niños en sus poneys, barquitos en el agua, hojas sobre los besos. Mis primeras tardes parisinas en este jardín, contemplar el mundo, secar heridas húmedas, estar, simplemente estar. Escuchar el otoño, descifrar el mensaje. No hay exilio en los jardines. Somos todos hijos del mismo sol, habitamos todos los mismos vientos, entre árboles que nos cuentan historias de sus raíces.
Paris bistrot, barrio latino callejuelas efervescentes, los pasos saben, remontan el boulevard Saint Germain hacia Odeón, doblan por la rue de Seine hasta la calle Jean Callot, La Palette, mi primer bar, con sus mesas antiguas, baldosas gastadas, espejos patinados reflejando historias de ayer… y cuadros abriendo otras realidades. Me siento bien, como en un boliche de Boedo, este bar tiene alma. Muchas charlas fundando amistades, muchos tragos embebiendo penas, muchos besos incendiando instantes… son necesarios para parir el alma de un bar. Abro la libretita, escribo: no hay exilio en los bares, más allá de patrias y banderas, bares sin frontera, mínimos universos que no respetan leyes de gravedad. Las almas de los bares se hacen ramillete en la solapa de los poetas, disolver odios y egoísmos con aromas y palabras prodigiosas. Poco importan bebidas y lenguajes, lo esencial para brindar, el eco de un semejante.
La libretita se entusiasma, adopta La Palette y abre otra hoja: Se inclina la mesa / se inclinan las torres / se inclina la vida / pero las tazas / las cucharitas / y la poesía / seguirán haciendo milagros / para mantener el alma en equilibrio / o al menos para endulzar este café / mientras inclino palabras / o ante palabras me inclino. Comprendo entonces que todos los bares confluyen en el mismo río para aliviar la sequía de este mundo
Ese fue el París de mi exilio, mi París de igualdad libertad fraternidad. Hoy umbral del tercer milenio, la peste negra vuelve a recorrer calles y mentes. Hora de muros no de puentes, de navajas no de cuencos. Hoy miles de seres deambulando, buscando un mendrugo de tierra para sembrar nuevas esperanzas. Miles de seres sucumbiendo, un bello mar azul apagando sus últimos alientos. ¡No debemos olvidar! Remontar los pasos de las madres de nuestras madres, explorar territorios olvidados ¡Todos surgimos de exilios en erupción! ¡Somos todos exiliados!
De1era Puerta
Desgarros
Exilios duelos muros

Poemas

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