miércoles, 21 de marzo de 2018

Tanya Tynjäla


NO APAGUES LA LUZ

 Pedrito solo pide que no le apáguenla luz cuando va a dormir y se niega a dar explicaciones.  Sus padres han tratado de todo, que se encomiende al ángel guardián, burlarse de él diciéndole que ya está grande, amenazarlo, psicoterapia. Nada parece dar resultado.  El psicólogo no cree en un trauma. Aparte de ese detalle, Pedrito se ve muy relajado y feliz. El psicólogo aconseja a los preocupados padres que esperen, que seguro pasará con la edad.
Pedrito solo suspira y pide que no le apaguen la luz sin decir porqué. Sus padres no lo entenderían. Él no le teme a nada. Es ese tonto monstruo peludo que se esconde debajo de su cama quien le teme a la oscuridad. Si apagan la luz, él se mete  de un salto bajo las mantas del pobre Pedrito. ¿Y quién quiere dormir con un monstruo tembloroso y llorón?


EL HOMBRE-ROCA



El Hombre-Roca vive solo en su isla, rodeado de carteras marroquíes, cadáveres de arpas, lámparas sin terminar y restos de galletas de coco. Lo protegen cuatro sanguinarios perros calvos que desgarran hasta la sangre más fiera.
Dicen que en un reino dividido había un principito que nunca llegó a ser personaje de cuento, pues su madre le mordió el corazón. Él, adolorido, cubrió su palpitar con rocas de odio e indiferencia, buscó la isla más sucia y olvidada, se inventó recuerdos sin pasado y decidió vivir sin cerrar los ojos.
Alguna vez una ninfa se acercó a llorar entre sus brazos; sólo encontró frío y las agudas aristas le causaron dolor.
Ahora el único ser que osa visitar sus costas es el León Marino de las Nieves, quien le ha contado a los delfines que todas las noches escucha el débil llanto de un niño.


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