viernes, 23 de marzo de 2018

Roberto Salazar Gamarra

EL OLVIDADO VELERO DE LA RAMITA

Estaba construyendo tus memorias Berthy; el jueves cuando
me llamaste torpemente. Recordaba tu pasado, tus quejidos
recorriendo la noche; pero nadie, ninguno de los dos notaba
nuestra presencia en el hogar; en el tiempo de las hojarascas
en el patio color hormiga, como le llamábamos al momento
supremo del dolor agujerando mi mente, mi rostro complacido
por dos vasos de vino del pasado; dos copas de vino para el mañana,
para los cariños que veíamos venir como adoquines que un calor
derritiese. Y si caímos Berthy, no fue por nuestra culpa, ni por
las buenas intenciones que tuvimos de corregir la vida; esa vida
a distancia del placer, a años luz del amarillo verde de tus ojos
al ver la claridad del alba frente al río, al costado del camino que
abría mis ansias, Berthy ¿Qué hicimos de los dos? ¿Qué hicimos
del futuro comunista, allá en los veleros que surcan el pasado?
Brumas pasan por mis ojos ocultándolo todo, ahuyentando las
imágenes de risas y lamentos con que está hecha la historia;
y en vez de palomas blancas, en vez de roscas con la miel en los
labios, esa tu doctrina leyendo mis días, susurrando a mi oído
mis pasos sin verte; Berthy, alojado en las telarañas que se
forman en la noche, con el polvo que dejaban las ausencias.

Siento que no hay más qué decir, solo callados latidos como
trombones lejanos apenas orillados por los músicos que bailan
descalzos ¿Y mañana? Otro rumbo, otro pleamar de peces
moribundos cuando el agua moje mis versos. Marcela, tú y yo
¿Cuánto habremos de bregar, ahora en la línea  de los besos
dejados de dar, de las lunas privadas de rocío? Y sin embargo,
vete, aquí me quedo yo, como siempre, agujereado y sin prisa. Sí,
construyendo los instantes para subir al amor; esa cosa furtiva
que se acerca y se aleja apenas rozándote, dejándote el sabor
de las cosas amargas, el terciopelo bajado de la luna al desierto,
las arenas movedizas que cercaban tus pies. Óyeme: Soy
naturaleza dormida sobre rieles nocturnas. Soy lo que tú ves,
lo que oyes dormida a los pies de tu futuro. Y si no haces nada,
no importa; solo piensa en el mañana que aparece arrojando
de ti el presente, justas margarinas para untar sobre el pan;
y piensa en el viaje hacia lejanos espacios, abriendo su
compuerta hacia indefinidos infinitos, rodando por la amplia
curvatura de nuestro amado planeta. Sullana, que jamaces
fueron tus desérticas lunas, tus brisas marinas cantando a la
noche bajo las estrellas que mis ojos no lloran.

Siento que otra vez no tengo más que decir, siento que otra vez
ha pasado el torbellino, Berthy, y regresas cargado de olvido a tu
solitario rincón donde morarás todas las noches en silencio y
sin mirarnos, con esos tus ojos sacados  de algún huracán;
Berthí, tus versos quedaron flotando perdiéndose en los bosques
que encierran las ruinas del pasado español, del acoso que las
furias te hicieron; hasta hacerte zozobrar al igual que a mí, que
junto al papel lloro como el chiquillo impedido de jugar con el
grupo en el que ansiaba perdurar; rodando como luciérnagas sin
rumbo en la noche, cruzando alambrados por donde no se debe
pasar, orillando los surcos para próximas cosechas; Berthí ¿te
acuerdas cuando soñabas bajar las estrellas y salpicar de luces
tu rostro? Berthi, sin horas ni papeles que hacer, sin minutos
ni hojas de ruta, sin segundos ¡Oh!, Berthy; dame tu serena
mirada, no puedo solazarme recordando tu sonrisa ¿Para qué
fueron todos nuestros afanes? Justo el pedido, justo el anhelo
justos los panes a distribuir.

¡Ah, qué dolor! Qué dureza de horas golpeándote Berthy; “En el
lomo más fuerte, en la risa más fiera, en la espalda encorvada
por los años. Piérdete en silencios entre gentes mudas que
nada lo observan. Corre por los pasillos de sótanos lúgubres.
Queda muy poco que ver Berthy; róbale sonrisa a los pájaros,
anúdate bien el pantalón. Dime ¿Qué lugares surcaron
tu rostro? ¿Qué pasados beduinos vendieron tu mercancía?
Jaspes, mástiles de otoño en enredados veleros ultramarinos
y un dossier de triplicadas memorias de olvido hacía perecer
los pececillos dejados en el jardín; Berthy, vamos al hogar partido
de tu velero ¿Hacia dónde irá? ¿Hacia qué lugares permitidos
a los capitanes de fortuna, a las damas de mirada infeliz?



Sid barret

A esta hora iré a dormir como casi todos ustedes
escuchando el sonido de un tambor a distancia
y el cuerpo obviamente cansado
Iré a dominar un sueño justo
me lo gané al leer los manuales de letra musical viva
viajando en sentido opuesto a las hojas del viento
echándome gotas de colirio a mis ojos rojos
de tanto mirar cómo se desgaja aquel altísimo árbol en
la noche
Iré a dominar esa insólita ansiedad que oprime mi pecho
sé que otros están haciendo algo parecido
en otro lugar y en otro magnifico momento
otros están haciendo algo similar
estarán también molestos porque ahora un plátano cuesta
lo que una palta
y hay dos o tres policías más un alcalde muertos
¿Qué pasa ahora en mi estúpido país?
El feroz desierto parece engullir plenamente mi sueño ahora
es la balada de la noche que se hinca a mis pies
y un viejo sonámbulo caminando sin cabellera por mi sala
me atemoriza
pero es solo un viajero que perdió el bus de regreso a
su hogar
es solo un gran viajero nada más sin lentes.



Del libro: Suites londinenses (2013)
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