EL
OLVIDADO VELERO DE LA RAMITA
Estaba
construyendo tus memorias Berthy; el jueves cuando
me
llamaste torpemente. Recordaba tu pasado, tus quejidos
recorriendo
la noche; pero nadie, ninguno de los dos notaba
nuestra
presencia en el hogar; en el tiempo de las hojarascas
en
el patio color hormiga, como le llamábamos al momento
supremo
del dolor agujerando mi mente, mi rostro complacido
por
dos vasos de vino del pasado; dos copas de vino para el mañana,
para
los cariños que veíamos venir como adoquines que un calor
derritiese.
Y si caímos Berthy, no fue por nuestra culpa, ni por
las
buenas intenciones que tuvimos de corregir la vida; esa vida
a
distancia del placer, a años luz del amarillo verde de tus ojos
al
ver la claridad del alba frente al río, al costado del camino que
abría
mis ansias, Berthy ¿Qué hicimos de los dos? ¿Qué hicimos
del
futuro comunista, allá en los veleros que surcan el pasado?
Brumas
pasan por mis ojos ocultándolo todo, ahuyentando las
imágenes
de risas y lamentos con que está hecha la historia;
y
en vez de palomas blancas, en vez de roscas con la miel en los
labios,
esa tu doctrina leyendo mis días, susurrando a mi oído
mis
pasos sin verte; Berthy, alojado en las telarañas que se
forman
en la noche, con el polvo que dejaban las ausencias.
Siento
que no hay más qué decir, solo callados latidos como
trombones
lejanos apenas orillados por los músicos que bailan
descalzos
¿Y mañana? Otro rumbo, otro pleamar de peces
moribundos
cuando el agua moje mis versos. Marcela, tú y yo
¿Cuánto
habremos de bregar, ahora en la línea de
los besos
dejados
de dar, de las lunas privadas de rocío? Y sin embargo,
vete,
aquí me quedo yo, como siempre, agujereado y sin prisa. Sí,
construyendo
los instantes para subir al amor; esa cosa furtiva
que
se acerca y se aleja apenas rozándote, dejándote el sabor
de
las cosas amargas, el terciopelo bajado de la luna al desierto,
las
arenas movedizas que cercaban tus pies. Óyeme: Soy
naturaleza
dormida sobre rieles nocturnas. Soy lo que tú ves,
lo
que oyes dormida a los pies de tu futuro. Y si no haces nada,
no
importa; solo piensa en el mañana que aparece arrojando
de
ti el presente, justas margarinas para untar sobre el pan;
y
piensa en el viaje hacia lejanos espacios, abriendo su
compuerta
hacia indefinidos infinitos, rodando por la amplia
curvatura
de nuestro amado planeta. Sullana, que jamaces
fueron
tus desérticas lunas, tus brisas marinas cantando a la
noche
bajo las estrellas que mis ojos no lloran.
Siento
que otra vez no tengo más que decir, siento que otra vez
ha
pasado el torbellino, Berthy, y regresas cargado de olvido a tu
solitario
rincón donde morarás todas las noches en silencio y
sin
mirarnos, con esos tus ojos sacados de
algún huracán;
Berthí,
tus versos quedaron flotando perdiéndose en los bosques
que
encierran las ruinas del pasado español, del acoso que las
furias
te hicieron; hasta hacerte zozobrar al igual que a mí, que
junto
al papel lloro como el chiquillo impedido de jugar con el
grupo
en el que ansiaba perdurar; rodando como luciérnagas sin
rumbo
en la noche, cruzando alambrados por donde no se debe
pasar,
orillando los surcos para próximas cosechas; Berthí ¿te
acuerdas
cuando soñabas bajar las estrellas y salpicar de luces
tu
rostro? Berthi, sin horas ni papeles que hacer, sin minutos
ni
hojas de ruta, sin segundos ¡Oh!, Berthy; dame tu serena
mirada,
no puedo solazarme recordando tu sonrisa ¿Para qué
fueron
todos nuestros afanes? Justo el pedido, justo el anhelo
justos
los panes a distribuir.
¡Ah,
qué dolor! Qué dureza de horas golpeándote Berthy; “En el
lomo
más fuerte, en la risa más fiera, en la espalda encorvada
por
los años. Piérdete en silencios entre gentes mudas que
nada
lo observan. Corre por los pasillos de sótanos lúgubres.
Queda
muy poco que ver Berthy; róbale sonrisa a los pájaros,
anúdate
bien el pantalón. Dime ¿Qué lugares surcaron
tu
rostro? ¿Qué pasados beduinos vendieron tu mercancía?
Jaspes,
mástiles de otoño en enredados veleros ultramarinos
y
un dossier de triplicadas memorias de olvido hacía perecer
los
pececillos dejados en el jardín; Berthy, vamos al hogar partido
de
tu velero ¿Hacia dónde irá? ¿Hacia qué lugares permitidos
a
los capitanes de fortuna, a las damas de mirada infeliz?
Sid
barret
A esta hora iré a dormir como casi todos ustedes
escuchando el sonido de un tambor a distancia
y el cuerpo obviamente cansado
Iré a dominar un sueño justo
me lo gané al leer los manuales de letra musical
viva
viajando en sentido opuesto a las hojas del viento
echándome gotas de colirio a mis ojos rojos
de tanto mirar cómo se desgaja aquel altísimo árbol
en
la noche
Iré a dominar esa insólita ansiedad que oprime mi
pecho
sé que otros están haciendo algo parecido
en otro lugar y en otro magnifico momento
otros están haciendo algo similar
estarán también molestos porque ahora un plátano
cuesta
lo que una palta
y hay dos o tres policías más un alcalde muertos
¿Qué pasa ahora en mi estúpido país?
El feroz desierto parece engullir plenamente mi sueño
ahora
es la balada de la noche que se hinca a mis pies
y un viejo sonámbulo caminando sin cabellera por mi
sala
me atemoriza
pero es solo un viajero que perdió el bus de
regreso a
su hogar
es solo un gran viajero nada más sin lentes.
Del libro: Suites
londinenses (2013)
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