Blanca
azalea
baila
gitana
en
la vereda
su
sexo silvestre
de
blancos pétalos
abiertos
en
el calor de la tarde
un
oasis
un
espejismo
refleja
los bailes
y
los jardines
más
deseados
más
besados
azalea
baila
gitana
en
mi frente
ya
no hay rejas
la
tarde merienda
su
pecho silvestre
y
yo
ramo
despabilado
me
arrojo hacia ella
para
que me alumbre
vegetal
o animal
entre
los pliegues
de
su blancura
azalea
qué
fantasías
de
hombre o mujer
encierran
tus capullos
cuando
florecen en mis ojos
abiertos
de blanco y flor
adhieren
a la piel
de
mis pensamientos
buscan
la señal
excusa
para arrancarme
de
raíz
de
mi maceta
del
libro:”Ellas”
editorial
“La Parte Maldita” 2013
Piraña
Acuarelada
entre amarillo y turquesa, orillada la imagen se le destiñe en el
ojo. Parpadea rayos de sol para espantar a la lluvia. Cuenta gotas
de mar y alimenta el nado del pez, como si fuera mamífero. Nadie vio
dónde y cuándo comenzaron a brotar estas especies de pezones
pinceles. La aguja de la brújula no enhebra los puntos cardinales,
porque las casas no reconocen sus linduras, y las branquias se
mimetizan con los pulmones. Todo comenzó a desteñirse en otro paño,
ahí, donde pintaron la lluvia se corrió el rimmel del otro ojo.
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