lunes, 22 de octubre de 2018

Saúl Sánchez Toro

Assibar y Akeleth

Assibar y Akeleth, desnudos y aún jadeantes, salieron de la Laguna de Abassam,que aún  se estremecía por los ataques de  pasión que estos bellos jóvenes le habían dado a sus cristalinas aguas.
Cansados, pero llenos de satisfacción y con el placer aun agitando sus pechos, tomaron sus alas y sus tules y engalanados de nuevo emprendieron  un raudo vuelo hasta llegar a su residencia, el bosque Tucalat, lugar donde en la copa de cada árbol se encontraba el pequeño nido de cada uno de sus habitantes. Eran unos bellos, cristalinos y transparentes, e invisibles (para los humanos) , círculos que  giraban en su eje y que se asemejaban a pequeños planetas formando una constelación. Quienes los podían ver desde la distancia,  los percibían como frutos verdes y maduros de la arboleda.
Allí,  fueron recibidos con  la triste noticia de la muerte de Akhatar.
Nadie en el bosque sabía la causa de su desgarramiento de alas y por qué se había lanzado al vacío formando con su estruendosa caída el famoso Abismo de Kalith.
De los ojos de Assibar brotaron unas hermosas lágrimas, que parecían perlas y que expelían una inmensidad de luces multicolores, que al contrario de las de los humanos, salieron volando y se perdieron en la inmensidad del océano quien a su contacto tomo ese salobre sabor que todos conocemos.
Ella era la única que sabía la causa del deceso de ese enamorado que tantas veces le había pedido que le permitiera desposarse con ella y con quien tantas veces se había sumergido desnuda en la Laguna Abassam que conocía sus caricias, besos y tormentosos amoríos
Pero ella era una Ondina que quería ser libre y no atada o amarrada al amor de un único querer. Y Akeleth era uno de los más hermosos Gnomos del bosque. Cómo resistirse a sus encantos?

Medellín , Colombia
Junio 6 de 2011


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