viernes, 3 de julio de 2015

Griselda Garcia


A la manera de una poeta de los 90


Puedo escribir los versos más sórdidos esta noche.
Escribir: se me nota el peronismo a la legua
en la calle sólo me gritan obreros o mecánicos.

Un hotel en Constitución con botellas rotas
adonde vamos después de la obra.
La obra no es libro ni teatro, es construcción
donde él se gana el pan con su lomo divino.

No me denuncies, por favor
todo bien morocho andino
viva la hermandad latinoamericana.
Nunca podré pedir leche de tigre
en un restaurante sin sonreír.
Es de familia: mi madre, mi hermana y yo
tres camioneras, una grosería tras otra
chistes de mal gusto, recuerdos del almacén
de cuando esparcimos a papá en el río.

Puedo escribir los versos más sórdidos esta noche.
Escribir: a través del denso vapor de la ducha
el morocho tensa los músculos aceitados.
Siempre que un hombre se acerca da miedo
tanta masculinidad acechante inquieta.

Hundo los dedos en la espesura de su pelo
y cuando la cabeza se vence en un grito
la mujer de la limpieza no sabe ni quiere saber
qué le ha ocurrido al pasajero de la habitación 23.



 El pintor


Cuando esa mañana ella
abandonó su túnica
yo aparté los ojos:
su figura desafiaba la vista.

Con mis manos sin pudor
hubiera dado diez años
por reconocer sus detalles
y dibujarla con paciencia.

No podía, como antes
mover el pincel durante horas
mi cabeza flotando sobre océanos
y levantar la vista para captar
el paso de la luz en el mediodía de verano.

Sé lo que hubiera dicho mi maestro.

No voy a condenarla a la chatura del papel
voy a darle dimensión de vida, la mía
y amarla.


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