SÉ
PRUDENTE
Faustino era un niño inquieto.
Una tarde su gato negro escapó
por la ventana. Cuando intentó atraparlo, el pequeño se resbaló y
cayó hacia el patio. Murió en el acto.
Pero su alma no pereció: surgió
en el otro plano, convertida en una planta con alas.
Cuánta locura hay en el más
allá. Allí donde habitan seres fantásticos. O, en todo caso, es un
sistema diferente al de nuestra realidad.
La planta Faustino vivió
dos milenios hasta que le ofrecieron un trabajo: reencarnar en la
Tierra, en el cuerpo de un recién nacido. Aceptó.
Pero el gato negro también
reencarnó. Con el paso de los años encontró a Faustino (ahora era
una niña llamada Carina). Fueron otra vez amo y mascota.
Murieron. Y regresaron. Murieron.
Y regresaron.
Hasta el fin de los tiempos. Ni
un segundo más ni uno menos.
Hasta el fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario