KRONÓKRATAS
Extraído de : “SEFIKILL: palabras
para el nuevo milenio” , 2014, ed. CICCUS, Argentina
De agua o de arena, de sol o de
cuarzo, relojes... ¿Qué miden? El tiempo no fluye, somos nosotros
fluído, palabras, sangres, sueños, navegando hacia la única
desembocadura, el mismo misterio, delta irreversible. ¡Progreso!
¡Certidumbres! ¡Velocidades crecientes! Más más, más... más
rápido, ríspido, rabioso, más miasmas hasta descifrar la sentencia
que hechiceros de la séptima noche formularon en los albores del
ombligo : “a mayor velocidad menor será el tiempo disponible”
formulación conocida en la era del jade como “paradoja de khronos
invertido”
Así fué, quisimos medir el tiempo,
dividirlo en ínfimas láminas para vislumbrar la transparencia del
espacio y aquí llegamos, fuimos nosotros los medidos,
descuartizados, repartidos en jornadas rayuela, saltados entre
cronometradas sartenes y cuadradas casillas ¡hay de quien transpase
los límites! volverá castigado al punto de partida sin percibir el
sentido de saltos ... ni casillas.
“Kronókrata:
persona que pertenece a la élite que gobierna el tiempo”, asi fue
definida esta palabra en la Gran Eciclopedia de Boedo hacia los
comienzos del tercer milenio. Difícil imaginarse que hasta ese
momento estuviera ausente de charlas y diccionarios, lo cual refleja
la inteligencia de estos individuos, al no ser designados imposible
identificarlos, a menudo ellos mismos no se identifican, es más
quedan oscilando entre sus péndulos, no perciben el vaivén de su
vanidad hasta que el yoyó se estrella contra un espejo inesperado.
Pará Josecito ya te zafaste como de
costumbre ¿a dónde querés llegar?. Esa es una característica
típica de boedónicos, no hablan para decir cosas sino para
encontrar lo que quieren decir. ¿Cómo querés que sepa dónde
quiero llegar antes de largarme al camino?, ya lo dijo Machado
¿querés que te lo repita?, se hace camino al... Pensándolo bien
kronókratas somos todos, en mayor o menor grado, todos somos
cómplices del corsé que fuimos armando ¿ahora nos aprieta mucho?
¿no nos deja respirar amaneceres? ¿se forman ilusiones edema bajo
la piel? ¿o se ampollan deseos reventados como burbujas antes de
llegar a labios?. ¿Cómo deshacerse de miriñaques y elásticos
zoquetes? ¿Cómo lograr que los pies recuperen su voz y nos hagan
escuchar la frescura del arroyo?
El problema no son las barajas, bastos
y espadas mienten a sabiendas, la clave es encontrar el mecanismo del
juego, el orígen de la humana frustración, las cuerdas y zanahorias
que los kronókratas mayores utilizan con maestría para ajustarnos
el corsé. Cada vez entiendo menos Josecito. Te lo voy a explicar
como un cuento para niños a ver si ... Había una vez un mundo sin
tractores ni motores ni wifi ni google, reinaba el tiempo de siembras
y cosechas, de solsticios y equinoccios, luego poco a poco fuimos
acelerando, rebanando segundos, perforando instantes, armando el
tiempo comprimido que todos disfrutamos, pero acordate lo que
dijimos, él no pasa, él no cambia, somos nosotros los que pasamos,
nosotros los comprimidos. No, no digas tonterías, no estoy contra el
progreso técnico, me parece genial, fibras ópticas, naves
espaciales, internet, face book, twitter ... ¡progreso técnico!
Pero... ¿qué progreso?, lo aprovechamos mal, no sabemos montarlo
con liviandad, al final es él quien nos monta, quien reparte
fustazos sin piedad a jinetes y caballos, nos conduce trotando al
bebedero de aguas secas, y así estamos, arremetiendo contra los
palos en una carrera arreglada, perdiendo las apuestas pues ya no
sabemos ni qué clásico estamos corriendo ni dónde está la línea
de llegada.
¿Será posible armar de otra manera
las cosas?, borrar esquemáticas casillas, desabrochar la
imaginación, poner el placer en el centro de las ecuaciones y domar
el progreso por más que relinche, clavarle espuelas en ijares hasta
aflojar soberbias, liberar poco a poco el tiempo de sus chalecos de
fuerza. El problema no era transformar el plomo en oro ¿para qué
buscar oro?, alquimistas y piedras filosofales erraron de senda, la
gran icógnita era cómo transformar el plomo en tiempo libre ¿cómo
cortar las cuerdas?, rallar las zanahorias, desajustar el corsé,
destornillar los Kronókratas del puente de mando y respirar aire de
otros vientos. Tal vez una invasión de Kronoklastas abra otros
futuros, pero esa es otra palabra y merece otro ideograma, pueden
pasar a la página siguiente.
Tiempo libre, utopía de vuelo,
repito: el tiempo no fluye somos nosotros los flúidos, inútil
aclarar entonces que tiempo libre no existe, él está, libres
podríamos ser nosotros... ya sería tiempo.
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