INDIO Y AMO
Dueño
de las tierras que ambiciona
el
conquistador absurdo.
De
éstas tierras, vos, fuiste y serás
aunque
no quiera el hombre,
el
único Señor, el Soberano.
Tu
sangre está en la tierra que pisamos,
manchando
la memoria y la conciencia,
si
atrás quedaste para muchos,
en
la historia, tu voz
debe
seguir siempre vigente.
Reivindico
tu nombre, Indio, amigo,
igual
que a vos nos vienen arrasando
cambiando
baratijas de colores
por
papeles sin valor y le dicen salario.
Me
duele el desarraigo de los tuyos
que
no mira en las raíces a su pueblo
y
aturde tu silencio mis oídos,
igual
que el enorme egoísmo de los cielos.
Me
arrodillo junto a vos, con voz silente,
no
te resignes a morir. Sigue alertando
de
la ignorancia de absurdas utopías...
que
tu raíz se vuelva esencia, un dia
y
al fin nos demos cuenta
que
somos hermanos.
Despliegue
de cardones en la Puna,
el
cielo azul, los cerros coloridos.
Mientras
duerme la siesta pueblerina,
la
mano de Dios, pinta en la natura.
Se
abrazan al sol las piedras del camino
y
resiste el pucará, fortín quebrado,
promesas
del destino derrumbaron
pero
al paso del tiempo, igual aún persiste.
Agreste,
caprichoso, entre espinas,
igual
que la vida, se asoma y se levanta,
germina
y luego se transforma
y
el cardo emerge erguido sobre el valle.
En
medio del paisaje se perfila
y
el corazón del cactus se destapa,
abre
sus flores, los pétalos al viento
que
esperan la lluvia
y
el canto de los pájaros
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