lunes, 6 de marzo de 2017

Jorge Labra Fuentealba

                                      

             LA CHICA DEL CALQUIN
Novela- 1987
(Resumen de obra no publicada)


El estado de emergencia, sumido en una aparente guerra, donde el derecho a expresarse tenía un costo muy alto, la vida era un vaivén incierto, el miedo era presa de familias disidentes a un sistema autoritario. Los diferentes medios de información sujetos a censuras, y las noticias eran minuciosamente editados. Entre murmullos se conocían los acontecimientos del día anterior.
 
Las turbulencias de las bolsas mundiales repercutían en la escuálida economía nacional que arrastraba un desorbitado índice de precios (IPC), superando el 300%, con la estabilidad forzada del dólar, donde nuestra moneda tenía un valor muy bajo, siendo muy pocos los que podía acuñar y ahorrar. Más bien era la época de los PEM Y POJ, el tiempo que las mujeres y hombres cesantes, que eran muchos por aquel tiempo, salieron a las calles para barrer, limpiar veredas por una limosna más que por un sueldo. En aquella época y con un dólar estable a $37,00 los bancos acuñaron oro donados por aquellos que podían donar sus anillos, gargantillas y especies de valor, con el fin de mejorar el peso de nuestra alicaída moneda.
Vivían en incertidumbre los funcionarios fiscales que quedaron en la administración pública tras el despido masivo para disminuir la carga salarial del estado, los paseos por las oficinas de personas ajenas a las reparticiones, eran asiduas. 

Así encontré un día sobre mi escritorio una llamativa tarjeta personalizada, que invitaba a una exclusiva fiesta de personas selectas en un barrio acomodado de Ñuñoa, en Santiago, época del toque de queda. Incluía por un módico precio; “derecho a un menú ejecutivo, barra abierta toda la noche con baile de amanecida y la mejor compañía durante el toque de queda”. Así anunciaba la tarjetita de invitación. Acordamos los colegas que recibimos la nota, asistir. Tentadora propuesta en tiempos de depresión e incertidumbre colectiva. 

Viernes por la tarde, después de la jornada laboral, nos reunimos en secreto para acordar donde nos encontraríamos y el tiempo disponible para llegar al lugar donde fuimos invitados. Nos sentíamos sencillamente privilegiados. A las diez, toque de queda en todo el territorio nacional. El lugar donde nos recogería el colega, San Francisco, a un costado de la iglesia. 

La dirección de una gran casona, típica del barrio Ñuñoíno, dos casas más al oriente del cuartel Ollahüe, (Recinto de la Dina), donde, con estacionamientos muy discretos para vehículos y

entrar no era fácil, había que presentar la mentada tarjeta de invitación personalizada. Tras la llegada e ingreso al recinto, nos acogieron en un amplio salón de visitas, música ambiental, señoritas atractivas muy amigables que daban confianza, una de ellas se acercó para explicarme algo muy secreto. ¿Usted es militar?- no le respondí / de dónde viene?, – de tal repartición, contesté / Me acompaña? – qué pasa? - Acompáñeme… Me tomó del brazo y salimos a un sector alejado de la residencia, conversando y riendo como si me conociera de tiempo, llegamos casi al fondo de una extensa galería, algo así como una pista de baile, tras un momento observando que no hubiera persona cerca escuchando…pregunta nuevamente… ¿Eres partidario del gobierno? – me sorprendió y repliqué; ¿Por qué me pregunta eso?, ¿Hay militares en tu grupo de amigos? – Noo…no, respondí / Cuídense de hablar de política o contra el gobierno, aquí está lleno de camuflados. (Pensé….¿Cómo le digo esto al resto de mis amigos?). Tras eso regresamos a la sala de visitas integrándonos a la tertulia general, y ella, siguió a mi lado ofreciéndome algo de beber, se generó allí una larga conversación que duró hasta el amanecer. Surgió entre ambos simpatía (Filling, como dicen ahora), y en las miradas, ese deseo de una historia por contar.
De este primer encuentro, nació una amistad que se cultivó a lo largo del tiempo y perdura hasta hoy Así y allí conocí a Astrid con su conmovedor testimonio:
Una Chica hermosa con evidentes rasgos del sur....Desde Carahue y proveniente de familia vulnerable llego arrancando hasta Santiago una vez terminada su enseñanza media. Quería derrotar sus carencias materiales. Y se instaló en la capital a ejercer el oficio más antiguo mientras con gran esfuerzo estudiaba medicina en la Universidad Católica. Sus ahorros eran en dólares, (Década del 80), cuando la moneda americana se disparó, una alza muy brusca que hizo tambalear a los bancos, muchas de estas instituciones recurrieron a los créditos del estado con tazas bajísimas a 50 y más años plazo, mientras Astrid, de improviso vio como crecieron sus ahorros depositados en una cuenta en dólares. 

Su necesidad y ambición por cambiar de vida, dejar atrás los tormentos de la infancia, desenvolverse y vivir en otros status sin importar la forma, la llevó a tener una clientela muy selecta y exclusiva, que le permitió sin sobresaltos estudiar y obtener su título de medicina. 

Pero quería más y se fue con su título profesional bajo el brazo a EE.UU a ejercer su profesión de doctora, estaban los medios y bienes materiales, obtenidos con su peculiar oficio, y seguir perfeccionándose con más títulos y honores.
Hoy una Facultativa con Doctorado, ejerce docencia en la Universidad de “Carolina del Norte, Chapel Hill”.
 
Tras muchos años de ausencia, con otra imagen, un status profesional diferente y de prestigio, viajo por primera vez a Chile, a su tierra de origen, a ver a sus padres y algunos hermanos en el cementerio. 

De regreso desde Carahue a Estados Unidos, pasó por Quirihue, como anfitrión, la lleve a conocer aquel lugar del cual tantas maravillas le hablé. El río Calquín; testigo de un reencuentro postergado y esperado por ambos. Quedó feliz, anonadada del lugar y la extensa conversación llena de recuerdos, entretenida, amena, con risas y llantos, no hizo otra cosa más que reafirmar nuestro mutuo afecto. 

Y en la amarga despedida, en un perfecto inglés me dijo: "I'm going to return soon... (Me voy para pronto regresar)... Le respond... "Tenis que volver pa que le pongai la mosca a la novela".... (You have to return to that you put on the fly to the novel). 
 
                                                        Quirihue

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