EL ALTO DEL MEMBRILLO
La callecita Ortiz de Rozas
como cientos y miles
de mi largo país, conduce
asimétricamente a una altura.
Desde allí, los campos son nuestros,
miramos la inmensidad,
las laderas escarpadas,
y los sembrados en fila recta.
Nadie se pregunta por tanta belleza
acumulada, nadie perturba el pensamiento
preguntando quien ha doblado
la espalda y quien ha secado esos sudores.
El silencio de sus calles,
crea atmósfera de santuario,
cada piedra que piso, es un pedazo del ayer,
cada greda que resbalo, un pedazo de cristal.
Cada guijarro ensangrentado me lleva
a la altura “El alto del Membrillo”
lugar, donde miles de veces pisé,
sus horadadas calles,
pensando en un mundo mejor.
En “El Alto del Membrillo”
Tejí los sueños, inventé la historia
que aún no construía, se forjaron mis
anhelos, convertí a las letras en un abrazo
que prometí nunca olvidar.
Con ese “Alto” guardado en la mochila de mis
venas,
cerré los ojos, no miré nunca más atrás,
abrí las compuertas de mi alegría,
de mi libertad,
de mis penas ,sin embargo hoy,
de nuevo me paro en ese sitial.
La callecita Ortiz de Rozas,
con terremoto incluido,
escondió sus ropajes viejos y se alzó con
vestidos nuevos,
sin embargo buscamos
entre los escombros la flor,
la huerta que un día nos regaló su aroma…
De Quirihue, residente en Santiago
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