UTOPÍA
Geniales mundo construyen los filósofos
como Platón, Moro, Marx y Campanella;
pero sólo fueron sus fantasías puribellas
que ágilmente traspasaron a la tinta y al papel,
que todo lo acepta, la transcribe y desarrolla
sin pensar que la multitud es un anárquico tropel,
a quien sólo le interesa el consumo masinérico
ajeno a un lejano destino, misterioso y esotérico.
¿Qué sería del ser humano sin sus fantasías?
Tal vez lo que un simio con flores a porfía,
o lo que un millonario preocupado del becerro
del cual sólo espera que caiga oro sin relleno
que le sacie su apetito voraz, egoísta y maloliente,
antes de caer en el cajón
que le lleve a la tumba sedicente.
Siempre en la vida existen los quiméricos,
que desconocen la humana condición
cual seres anarquistas estratosféricos
que olvidan que junto a lo más noble
cohabitan la envidia y la pérfida traición.
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