miércoles, 2 de diciembre de 2015

Antonella Seibane

                                            Pintor Chardin

Una mujer fatal


Leyendo a Puig, su novela “La traición de Rita Hayworth”, recordé al instante el film “Gilda” cuya protagonista era Rita Hayworth y el actor Glenn Ford. Fue una película de gran éxito y llenó la cartelera de los cines durante mucho tiempo.
Ella, era una mujer de un encanto especial, sensual, con un físico extraordinario y con su cabello ensortijado, lleno de rulos color rojizo, era la atracción del film. Él, era un hombre de muy buena presencia y un excelente actor.
El contenido de la película era un melodrama pasional, una relación extraña -por momentos romántica y a veces con escenas violentas, entre estos tres personajes.
Al regresar a casa no pude dormir bien, por momentos soñaba con su vestido de satén negro y sus guantes largos también negros.
Al día siguiente me propuse ir a la peluquería, decidida a cambiar mi aspecto físico, me teñí la cabellera negra a fin de parecerme al color de Gilda, esperé horas hasta ver el resultado. Luego de que me lavaran el pelo, me miré al espejo y ¿qué vi? ¡Una zanahoria en mi cabello! este quedó realmente horrible y de la mujer fatal que quería imitar pasé a ser el hazmerreír de toda mi familia.

Un turbante me acompañó durante un tiempo, ni vestido de satén, ni cabellera rojiza.



Todo siempre comienza


Cuando escucho la frase: “todo comienza hoy”, me siento nuevamente joven, miro a la vida como un sendero largo que aún debo transitar y disfrutar.
A veces me pregunto ¿qué es lo que comienza? ¿Una esperanza para lograr aquello que fue postergado? En ocasiones me cohíbo cuando algo nuevo aparece en el horizonte, pero lo tomo como una oportunidad inimaginable, ya sea una actividad que me demanda dedicación o alguna persona que me deslumbra.
Todo me hace sentir viva, como el amor, que empieza con un asombro inesperado, que nos abre nuevos rumbos y nos enseña nuevas y desconocidas dimensiones.
Así, quizás estas ensoñaciones hacen que uno pueda disfrutar a pleno el presente.
Con mis 89 años, aún todo no termina, recién comienza.


Identidad reservada


En el mes de Enero de este año pasé unos días de vacaciones en la casona de mi amiga Alba, allí en uno de sus cuartos había una biblioteca con una colección de libros de gran valía.
Me acerqué a uno de ellos que me llamó la atención por la imagen de la tapa. Lo tomé y el autor no me resultaba conocido, Steve Wolding.
Me adentré en sus páginas, en su narración y estilo los cuales me resultaron interesantes, atrapantes, pero a la vez tuve la sensación de que había párrafos que había leído en otros tiempos de mi vida.
Sus recursos morbosos, espeluznantes, por momentos de misterio y detectivescos me fascinaron y tensionaron, pensé en dejar de leerlo pues eran mis días de vacaciones, pero la trama de esta novela me retenía con sus sucesos policíacos precedidos de muerte.
Un escritor sombrío, melancólico, obsesionado por lo macabro y lo fantástico. A medida que fui finalizando de leer el libro me imaginé la vida de Steve Wolding que con su narrativa había logrado conmoverme y me recordaba por su estilo a otro escritor.
Al llegar a Buenos Aires me dirigí a la Biblioteca Nacional, allí investigué acerca de este autor y mientras inesperadamente descubrí que era un seudónimo, pensé: “¡te atrapé, así que sos vos, Edgar Allan Poe!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario