jueves, 3 de diciembre de 2015

María Rosa León

                                                                Pintor Berni   

 Lo escribí en 1998 y lo incluí en uno de mis libritos. Ese año yo hice unos talleres en el Centro de rehabilitación física, el Hogar de ancianos y el Centro de salud mental, todos dependientes del Hospital de Patagones y designada por la Dirección de Cultura local y la provincial.
El proyecto era hermoso (éramos muchos los talleristas que queríamos trabajar con la gente más postergadas), pero ni el Municipio ni la Provincia tomó en serio el trabajo, avisaron que no podrían pagar a tiempo y los suspendieron de un día para otro. Yo seguí trabajando hasta completar al menos algunas instancias de los objetivos y aprendí más allí que en el sistema educativo. Después de varios meses de muchas protestas conseguimos que nos pagaran mal y bueno... pasó. Yo manifesté que hubiera trabajado como voluntaria honoraria pero por mi cuenta pero si me habían contratado y cumplí con creces no podía aceptar que el gobierno no cumpliera.
Bueno, me quedaron muy buenos recuerdos y muchas experiencias que es lo que siempre rescato. Y allí conocí a María Fredes, una mujer relativamente joven pero muy deteriorada físicamente, casi analfabeta, que me dijo que quería que le ayudara a escribir su historia porque ella había conseguido llegar a la Secretaría de la mujer y luchado para que se implementaran las Comisarías de la Mujer porque había sufrido durante años el maltrato físico y emocional en grado extremo.
El libro nunca se hizo por falta de medios y de auspicio y porque a nadie le importó un bledo. Pero yo le escribí este poema y se lo regalé impreso y enmarcado en un cuadrito. Ella "trabajaba" como acompañante terapéutica, asistente social y consejera, voluntaria y el Municipio le daba un poco de ayuda por eso. La volví a ver hace unos años y me dijo que se había mudado y no trabajaba más por los cambios de gobierno. Hasta aquí la referencia histórica.




A María F.
(Ayer mujer golpeada)

Mi historia, ahora,
se vuelve otra y nueva;
pero yo no soy yo
ni tampoco soy otra.

Cumplido el cruento ciclo
de vejaciones y fracasos,
puedo decir
que he renacido.

¡No más humillaciones!
¡No más golpes ni heridas
ni lesiones!

Soy nueva.
¡Que nadie se atreva
a mancillarme!

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