Estimado
“Rockstar”:
Te
extrañará la formalidad de esta comunicación. Cierto que lo
nuestro son los insultos desde el paravalanchas y no la
circunspección de este mail. No podemos negarte que nos costó mucho
redactarlo y hasta recurrimos a la ayuda de un abogado que tiene
palco en la primera bandeja. Sucede que a la vista de los
acontecimientos actuales necesitamos reiterarte nuestro eterno
agradecimiento pero comunicarte que vamos a prescindir de tus
servicios.
Claro
que esta no es una decisión unilateral. Está hablada con los
dirigentes que al principio se negaron a sacarte del equipo y
privarse de tu eficacia en el campo contrario y la precisión de tus
pases. Pero después pudimos hacerles entender que tantos hace
cualquiera pero la mística del club no puede ir directo a la basura.
Porque
el nuestro es un club de barrio, con copas internacionales, campeones
del mundo, pero que no se olvida de sus raíces. Nos han llamado
pataduras, rústicos, picapiedras. Han hablado de los pies redondos
de nuestros delanteros, los arqueros sin movilidad en los brazos
y de hombres que sólo sabían meterla en el arco con el parietal o
el codo. Pero jamás se nos ha tildado de amanerados, dandys o chicos
bonitos.
Entendenos
bien. Ninguno de nosotros pone en duda tu talento ni tu buen fútbol
pero tus anteojos de marca, tus remeras de diseño independiente, ese
corte de pelo importado de Milán arrastran por el barro años de
esfuerzo, de partidos jugados bajo la lluvia, de defensores
aguerridos, de delanteros torpes pero arremetedores.
¿Sabés?
Cuando llegaste pensamos que con unas tardes en el barrio se te iban
a ir el refinamiento, la elegancia y el estilo europeo. Esperamos
cada partido con la ilusión de ver una arruga en la camiseta, un
agujero en las medias deportivas, la punta pelada de los botines.
Pero no nos diste el gusto. Si hasta tu apodo “Rockstar” tiene
todo el glamour que les fue negados a nuestros grandes ídolos, que
supieron cargar con motes como “Búfalo”, “Hiena”, “Sapo”,
“Negro”, “Gordo”, “Tota”, “Chipi” y otras
vulgaridades.
Durante
muchos domingos te bancamos. Coreamos tu nombre y lo defendimos del
escarnio cuando los contrarios se metían con tu cresta desmechada,
los anteojos violeta que usaste en más de una conferencias de prensa
y tus visitas a los boliches de onda. Si hasta hicimos estampitas con
la cara de tu novia para repartir en la popular, después de que
salió en la tapa de una revista mostrando el lomo y asegurando que
le gustaría participar de un concurso de baile en televisión.
Cierto
que hubo goles, y gambetas. Un tanto que no nos vamos a cansar de
visitante en la Libertadores. Y unos pases de precisión milimétrica,
y los abrazos a los compañeros en los festejos, y la buena
onda en la concentración. Jamás te negaste a una foto con los
hinchas, por más sudada que tuviesen la camiseta y premiaste con
autógrafos y besos a las chicas más lindas de la popular. Pero ya
está.
Queremos
andar por el barrio con la frente bien alta. Que no duden de nuestra
hombría ni nos confundan con metrosexuales o alguna de esas
gansadas. Queremos recuperar los cantos de potrero y el olor a chivo,
los caño y las patadas. Y para eso, tenemos que prescindir de
tus servicios.
Seguro
más de un equipo se va a enorgullecer de contarte en su plantel.
Ponele la firma que nuestros primos, por ejemplo, sabrían sacar
provecho de los derechos de televisión y los sponsors para tus
botines, tus gorras y tu atuendo en los entrenamientos. En un club
más glamoroso vas a poder cobrar por asistir a eventos y boliches y,
quién te dice, terminás almorzando con Mirtha Legrand. Nosotros,
pasamos. Preferimos el hambre de gol de los pibes de las inferiores a
tu potencia alimentada por caviar. no podemos darnos ese lujo. Chau,
¡Gracias por lo servicios!
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