miércoles, 4 de febrero de 2015

Graciela Áráoz (Argentina)

                                                                           pINTURAFrançois Joly

La Torre de Londres
    
     Camino hacia mi amante
     me mira
     desvío la impiedad
               sigo
    
     quisiera
     que la memoria fuera
     un laberinto
     la última vez
     aquel día en el altar y él
    
                        ¿dónde?
    
     El barrio chino
                 París, Londres
     y un loco del amor hablando
     dice:
     ¿El olvido existe?
     Byron y Shakespeare lo miran
    
     Mi amante allí
    
           sigo
    
     Mi ropa quedó en una maleta
     el olvido
     ese último rostro
     aquella piel oscura
     la última, la penúltima
     inocencia.
    
     Camino hacia mi amante
    
     nos abrazamos
     y el loco riéndose me dice:
    
     «no hay nadie. Son tus brazos
                    y el aire»









X







Una mujer llora en la cocina. Detrás
del olor a locro.
Macera la carne con limón
y con su inefable tristeza.

Las lágrimas caen en la espuma de leche
que se derrama hasta la indolencia.

El aire se vuelve tan oleoso que debería irse
y apagar el día.

En la cocina una mujer se parte viva,
se corta los dedos, desangra.
El dedo va a la boca.

El dolor está detrás
del hilo dormido que se secó en el vientre,
detrás de aquel humo que se llevó el después.
Detrás, siempre y detrás de todo.

Cuando los olores se mezclan
ella destapa las cacerolas.
Es la única que se queda enjuagando el día
hasta que vuelva a ser.

Una mujer en la cocina.


 

XXXV

Dicen que estuve viva
y escribía en los pastizales con tizas de nácar.

Dicen que fui una viuda
y llevaba canciones quechuas al cementerio.

Que no lloraba, dicen.
Sólo cantaba
                  inmóvil
con mi lengua mestiza

1 comentario:

  1. muy atendible poesía con metáforas fuera de contexto y eficaces. Recomiendo poner direcciones de blogs o páginas donde seguir consultando las obras de lxs poetas aquí publicados

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