lunes, 2 de febrero de 2015

© ® Juan Carlos Vecchi (Argentina)




RETRATO FAMILIAR DE UN MOSTACHO

 

Luis Lisandro Sandro, actor de escasa montura, con su cara mofletuda y orejas ambas dumboides, ojos dos sí pero con formato de huevo duro pasado por las armas de María cuando se baña y piernas de enano de jardín cubierto de talarañas en balcón de mono- ambiente, manos capaces de atrapar cuatro pelotas de tenis, dos aceitunas rellenas y tres kiwis velludos al unísono y piés de osito de peluche, no parecía haber nacido para la pantalla grande con semejante repertorio de espeluznante fenotipo, sin embargo, cobró fama y considerable dinero debido a su curiosa extravagancia congénita: Luis Lisandro Sandro andaba por la vida y bien orgulloso que lo ostentaba a su bigote de 16 metros y 21 centímetros de largo.

Irrisorio fue que Luis Lisandro nació calvo y al percibir ambos progenitores que gateando éste la vida a los dos años pelado calvo insistía meter sus deditos en cada enchufe una peluca color celeste con un cable a tierra le compraron y al peluquero una vez por mes llevaron cuando también percibieron que a su extraño vástago el bigote le crecía como maleza tupida después de la lluvia rauda (el que no crecía para nada era el bebote Luis Lisandro quien durante toda su vida y con tacos altos apenas si arrimó al metro y medio de estatura).

También insólito de caso y característica digna para la carcajada era la disposición del bigote longo, el cual nuestro primer personaje dispuso más bien por vocación política: dieciseis metros dejó crecer Luis Lisandro hacia el lado izquierdo y apenas veintiuno era el centrimetraje hacia el lado derecho. Lo que se dice un hombre de pinza de depilar en su mano izquierda y tijera podadora en su mano derecha.

El segundo personaje de esta historia bigotuda es el padre de Luis Lisandro, de nombre Lisandro Luis, quién también aportó lo suyo a esta extravagante costumbre varonil de la familia Sandro: un bigote de veintiocho metros de largo el cual solamente crecía hacia el lado izquierdo y con el cual Lisandro Luis improvisaba una bufanda y un casco en cuello y cabeza por lo cual Lisandro Luis fue un hombre feliz en invierno y desdichado en verano.

El tercer personaje de esta historia bigotuda (en realidad fue el primero de los Sandro en mostrarle al mundo un bigote despatarrado y decretado como el original de la familia): el abuelo de Luis Lisandro, padre de Lisandro Luis, de quien no recuerdo su doble nombre de pila pero seguramente sería Luis Luis o Lisandro Lisandro, de oficio zapatero. Su bigote de exactos veinte metros de largo eran distribuidos con notable y necesaria igualdad política: mitad y mitad hacia ambos lados de la nariz aunque está padecía una malformación de nacimiento y mientras el orificio nasal del lado derecho tenía un diámetro de un centímetro el izquierdo era de cuatro asombrosos centímetros (grandiosa era la sorpresa de cada pañuelo usado por el abuelo Sandro en cada uno de sus resfríos).

Como sea, si bien a la hora de bañarse y secarse para ninguno de los tres Sandro acomodar tanto pelaje era asunto sencillo, el bigote generoso de los varones  fue un símbolo de orgullo e hidalguía para toda la familia. Claro está que en los días ventosos ninguno de los tres salía y en invierno,  cuando una polera o pulover escote en “V” o buzo con capucha son buena idea, a ninguno de los tres se los encontraba en toda la casa. Ellos pactaban hasta la camiseta musculosa de frisa o la remera de lana gruesa improvisada por la abuela Cleta.

Los tres tuvieron una vida más o menos normal y una muerte más o menos anormal porque los tres se sofocaron con sus propios bigotes mientras dormían.

 

(N.de A.): Lector, quizás alguna vez alguien te nombró a Luis Lisandro Sandro cuando tuvo un rol secundario (en realidad fue un rol cuaternario), en la película "Las campanas no doblan, las bicicletas y otros medios de transporte sí lo hacen", una producción de orígen extraterrestre, o actuando de polizonte persa en el film "Los muchachos de antes no se afeitaban y menos con espada turca", una producción afro- húngara, en la cual, nuestro personaje transcurre toda la película escondido en el interior de un barril de ron light. Tal vez, un amigo o vecino que se encariñó contigo te recomendó no ver nunca estas películas o algo por el estilo. De todos modos, no importa.  Quería dejar constancia que ese fue Luisandro Luis Sandro, nada más. Hasta luego, lector.
Foto ext de google 

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