RETRATO
FAMILIAR DE UN MOSTACHO
Luis
Lisandro Sandro, actor de escasa montura, con su cara mofletuda y
orejas ambas dumboides, ojos dos sí pero con formato de huevo duro
pasado por las armas de María cuando se baña y piernas de
enano de jardín cubierto de talarañas en balcón de mono-
ambiente, manos capaces de atrapar cuatro pelotas de tenis, dos
aceitunas rellenas y tres kiwis velludos al unísono y piés de osito
de peluche, no parecía haber nacido para la pantalla grande con
semejante repertorio de espeluznante fenotipo, sin embargo, cobró
fama y considerable dinero debido a su curiosa extravagancia
congénita: Luis Lisandro Sandro andaba por la vida y bien orgulloso
que lo ostentaba a su bigote de 16 metros y 21 centímetros de largo.
Irrisorio
fue que Luis Lisandro nació calvo y al percibir ambos progenitores
que gateando éste la vida a los dos años pelado calvo insistía
meter sus deditos en cada enchufe una peluca color celeste con un
cable a tierra le compraron y al peluquero una vez por mes llevaron
cuando también percibieron que a su extraño vástago el bigote le
crecía como maleza tupida después de la lluvia rauda (el que no
crecía para nada era el bebote Luis Lisandro quien durante toda su
vida y con tacos altos apenas si arrimó al metro y medio de
estatura).
También
insólito de caso y característica digna para la carcajada era
la disposición del bigote longo, el cual nuestro primer personaje
dispuso más bien por vocación política: dieciseis metros dejó
crecer Luis Lisandro hacia el lado izquierdo y apenas veintiuno era
el centrimetraje hacia el lado derecho. Lo que se dice un hombre de
pinza de depilar en su mano izquierda y tijera podadora en su mano
derecha.
El
segundo personaje de esta historia bigotuda es el padre de Luis
Lisandro, de nombre Lisandro Luis, quién también aportó lo suyo a
esta extravagante costumbre varonil de la familia Sandro: un bigote
de veintiocho metros de largo el cual solamente crecía hacia el lado
izquierdo y con el cual Lisandro Luis improvisaba una bufanda y un
casco en cuello y cabeza por lo cual Lisandro Luis fue un
hombre feliz en invierno y desdichado en verano.
El
tercer personaje de esta historia bigotuda (en realidad fue el
primero de los Sandro en mostrarle al mundo un bigote despatarrado y
decretado como el original de la familia): el abuelo de Luis
Lisandro, padre de Lisandro Luis, de quien no recuerdo su doble
nombre de pila pero seguramente sería Luis Luis o Lisandro Lisandro,
de oficio zapatero. Su bigote de exactos veinte metros de largo eran
distribuidos con notable y necesaria igualdad política: mitad y
mitad hacia ambos lados de la nariz aunque está padecía una
malformación de nacimiento y mientras el orificio nasal del lado
derecho tenía un diámetro de un centímetro el izquierdo era de
cuatro asombrosos centímetros (grandiosa era la sorpresa de cada
pañuelo usado por el abuelo Sandro en cada uno de sus resfríos).
Como
sea, si bien a la hora de bañarse y secarse para ninguno de los tres
Sandro acomodar tanto pelaje era asunto sencillo, el bigote generoso
de los varones fue un símbolo de orgullo e hidalguía para
toda la familia. Claro está que en los días ventosos ninguno de los
tres salía y en invierno, cuando una polera o pulover escote
en “V” o buzo con capucha son buena idea, a ninguno de los tres
se los encontraba en toda la casa. Ellos pactaban hasta la camiseta
musculosa de frisa o la remera de lana gruesa improvisada por la
abuela Cleta.
Los
tres tuvieron una vida más o menos normal y una muerte más o menos
anormal porque los tres se sofocaron con sus propios bigotes
mientras dormían.
(N.de
A.): Lector, quizás alguna vez alguien te nombró a Luis Lisandro
Sandro cuando tuvo un rol secundario (en realidad fue un rol
cuaternario), en la película "Las campanas no doblan, las
bicicletas y otros medios de transporte sí lo hacen", una
producción de orígen extraterrestre, o actuando de polizonte persa
en el film "Los muchachos de antes no se afeitaban y menos con
espada turca", una producción afro- húngara, en la cual,
nuestro personaje transcurre toda la película escondido en el
interior de un barril de ron light. Tal vez, un amigo o vecino que se
encariñó contigo te recomendó no ver nunca estas películas o algo
por el estilo. De todos modos, no importa. Quería dejar
constancia que ese fue Luisandro Luis Sandro, nada más. Hasta luego,
lector.
Foto ext de google
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