Alumna
del aire
Dicen
que caminaba el silencio
y
que buscaba el vacío
en
la planta de los pies.
Dicen
que iba dibujando el paisaje
sobre
su cuerpo y tatuaba
con
lengua
las
agujas en el vientre.
Dicen
que otoñaban sus ojos
y
el frío se escurría desgarrando
el
oscuro vestido de su boca.
Que
gritaba
para
ser escuchada en los suburbios.
Que
anudaba su nombre a la garganta
para
no perderse
en
la eternidad.
Atónita
de adioses
Reclaman
mis cuerpos mis vidas
pasadas
en este ahora
inhóspito
que
me arrastra en un sinsentido implacable.
Extranjera
en mi propia vida
invitada
a presenciar
mi
latido último mis muertes
más
antiguas y cercanas.
¿Dónde
encuentro el ocaso irremediable
de
los días ?
¿Se
quedó en mi viejo morir?
¿O
se fue con las sandalias en la arena?
Un
presente final y a destiempo
me
invita
a
vaciar los bolsillos hasta la última pelusa.
Desnuda
para irme.
Desnuda
como llegué.
Vértigo
desamparado en la despedida.
¿Me
digo adiós en el pecho agrietado?
De
tantos golpes de puño me arrepiento
de
haberos ofendido
por
mi culpa por mi culpa por mi santísima culpa.
¿Yo
pequé? ¿O fue el pecado mismo que me encontró?
Hay
otro adiós flotando en mis ojos
otra
despedida acuática. Y digo que no.
Que
no recuerdo.
Y
es tan sólo
para
engañar el ahora.
ROB GONSALVES
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