Pintura Joan Miro
Del libro, Poemas Cotidianos para Breya, publicado en 2011, por la editorial Goblin Editores del escritor Centroamericano Elvin Munguía. este breve reseña.
Cada poema de este libros va dedicado a Brenda Yamileth Cantarero (Breya) dice la nota introductoria, es el homenaje al amor, y a la mujer. Es un tributo, una ofrenda a la única Diosa que me ha hecho arrodillarme, la única santa de mi devoción, la Afrodita, la musa, eso que esta más allá de todo entendimiento y de toda comprensión divina.
Cuando en el pecho
el último pálpito se envanezca
como un reloj que no atrasa,
que más bien,
prematuro sin más cuerda
para siempre se para.
Y el pulso,
único pulso,
el último pulso no llegue a las muñecas,
y todos crean, que se retrasa
como averiado auto bus, tardío
desesperante,
abandonado sin más suerte
que la que alberga
la lejanía de una carretera
en cualquier parte.
Cuando el trajín ruidoso,
citadino
urbano,
cosmopolita,
cotidiano de los glóbulos rojos,
entren dromedarios,
pausados
en una especie de silente huelga.
Los glóbulos blancos,
bajen sus armas,
y su silencio parezca, un
“ invadan”
“hagan lo que quieran”
“acaben con esta vida”,
“ataquen”
Cuando la alegría de la muerte me dance en las venas
bajaré los parpados
como quien baja una pesada y metálica cortina
para cubrir los aparadores de una tienda.
Sin cansancio,
sosegado todo,
sin la celebración
y la estridente algarabía del ronquido
me quedaré quieto,
sin expectación,
suicida
libre
eterno,
como dormido
Breya
para soñarte.
Me fascinan los líos de sabanas
siempre y cuando sea con vos.
En cambio,
detesto los de faldas
por eso te soy fiel…
Por eso,
también amo,
ese caos,
con que despierta cada mañana
nuestra cama.
Del libro, Poemas Cotidianos para Breya, publicado en 2011, por la editorial Goblin Editores del escritor Centroamericano Elvin Munguía. este breve reseña.
Cada poema de este libros va dedicado a Brenda Yamileth Cantarero (Breya) dice la nota introductoria, es el homenaje al amor, y a la mujer. Es un tributo, una ofrenda a la única Diosa que me ha hecho arrodillarme, la única santa de mi devoción, la Afrodita, la musa, eso que esta más allá de todo entendimiento y de toda comprensión divina.
Cuando en el pecho
el último pálpito se envanezca
como un reloj que no atrasa,
que más bien,
prematuro sin más cuerda
para siempre se para.
Y el pulso,
único pulso,
el último pulso no llegue a las muñecas,
y todos crean, que se retrasa
como averiado auto bus, tardío
desesperante,
abandonado sin más suerte
que la que alberga
la lejanía de una carretera
en cualquier parte.
Cuando el trajín ruidoso,
citadino
urbano,
cosmopolita,
cotidiano de los glóbulos rojos,
entren dromedarios,
pausados
en una especie de silente huelga.
Los glóbulos blancos,
bajen sus armas,
y su silencio parezca, un
“ invadan”
“hagan lo que quieran”
“acaben con esta vida”,
“ataquen”
Cuando la alegría de la muerte me dance en las venas
bajaré los parpados
como quien baja una pesada y metálica cortina
para cubrir los aparadores de una tienda.
Sin cansancio,
sosegado todo,
sin la celebración
y la estridente algarabía del ronquido
me quedaré quieto,
sin expectación,
suicida
libre
eterno,
como dormido
Breya
para soñarte.
Me fascinan los líos de sabanas
siempre y cuando sea con vos.
En cambio,
detesto los de faldas
por eso te soy fiel…
Por eso,
también amo,
ese caos,
con que despierta cada mañana
nuestra cama.
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